Comunidade Caná

Comunidad Católica de Alianza integrada por familias en el seno de la Renovación Carismática



     > Y DE NUEVO VENDRÁ CON GLORIA <

     La primera parte del ADVIENTO no se refiere al pasado, sino al futuro; no celebra lo ya acontecido, sino lo que vendrá. Recordar el pasado a veces produce nostalgia. Esperar, con esperanza cierta, un futuro de plenitud debería dar una mayor calidad a la vida.

    Según lo que esperamos y a quien esperamos, así vivimos. Quien espera, aún en medio de muchos dolores, la curación de una enfermedad, vive con mucha más alegría que quien, sin sufrir tanto, sabe que con su enfermedad tiene los días contados. Quien espera la pronta liberación, aún en medio de sufrimientos e incomodidades, vive con más alegría que quien sólo espera la muerte.
   

    Por otra parte, cuando el Señor venga glorioso quedará clara la verdad de todas las cosas. Quedará claro que lo único que tiene futuro es el amor, la verdad, la justicia. Y que el odio, la guerra y el mal no tienen ningún futuro. Quedará claro quien es ese que vino humildemente, al que se podía rechazar, porque no quería ni podía imponerse. Cuando el Señor venga glorioso triunfará definitivamente el bien. En este sentido, los cristianos tenemos la clave de lo que vale y de lo que no vale. ¡Qué pena perder el tiempo por lo que no vale!

    Del al 8 de diciembre (2025) celebramos en Moaña nuestro Encuentro de ADVIENTO. Los Encuentros comunitarios son mensuales; normalmente, de fin de semana. En todos ellos hay oración, revisión de vida, formación, participación en la Eucaristía dominical y preparación de las acciones pastorales y de evangelización que lleva a cabo la Comunidad. Los niños y jóvenes se integran en las reuniones en momentos de oración, ayudando a los adultos en actividades domésticas u organizativas y realizando actividades formativas adecuadas a su edad.


    La Comunidad acoge la singularidad de cada familia, creando unas relaciones fraternas, aprendiendo unos de otros en la oración y el compartir humano, espiritual y material, en la línea de las primeras comunidades cristianas (Hech 2). Cada familia de la Comunidad camina como Iglesia doméstica. Nuestro modelo es la Familia de Nazaret. Hacemos oración en familia al terminar el día: Rosario, Vísperas, lectura de la Biblia acorde con los tiempos litúrgicos...

    Cada familia se compromete a rezar por las otras familias de la Comunidad y a mantener una comunicación cercana, tanto los adultos como los jóvenes y los niños, a visitarnos unos a otros y compartir de cerca nuestras dificultades y alegrías, luces y sombras... Es motivo constante de nuestro compartir, en primer lugar, nuestra propia vida -para crecer espiritualmente y dar mayor gloria a Dios- y, en segundo lugar, nuestro servicio a la Iglesia.

    Todas las familias necesitamos un espacio de intimidad y un espacio de apertura a los otros. Es importante mantener estas distancias. Cada familia ha de ir haciendo su propio camino con el Señor: camino de amor y oración, acción y contemplación, vida familiar y vida de servicio a la Iglesia. Comunidade Caná es una comunidad de comunidades.

   Propiciamos la constante formación cristiana de todos los miembros de la Comunidad. Una formación bíblica, doctrinal y espiritual que va encaminada a servir a la Iglesia, fundamentalmente en el campo de la familia. Se cuida de modo especial el trato con los sacerdotes.

   Cuando así lo pide una familia, la Comunidad trata de potenciar, apoyar y ayudar la acción evangelizadora que está realizando en el lugar donde vive. La Comunidad va creando un estilo evangelizador propio que tiene como elementos principales la oración y el testimonio.


 
  
       El noviazgo es el tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un trabajo compartido sobre el amor; un trabajo en profundidad. Se descubren poco a poco el uno al otro.  El hombre ‘aprende’ acerca de esta mujer, su novia; y la mujer ‘aprende’ acerca de este hombre, su novio.      
     Desde esta perspectiva -apuntada por el Papa Francisco- hemos preparado 15 temas para ayudaros a verificar vuestro amor. Nuestra propuesta es acompañaros en este camino que tiene meta. La clave ha de ser el diálogo que estos temas, como etapas de un camino, susciten entre vosotros, los novios.

El ITINERARIO se desarrolla en ENCUENTROS MENSUALES
Estamos a vuestra disposición...
986.313.795   canacomunidade@gmail.com    636.086.986 (WhatsApp)
   
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"Aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa 
ni puede ser el objetivo de un breve curso 
previo a la celebración del matrimonio
(Amoris laetitia 208)


Rialdarca, itinerario para NOVIOS 

Un sendero de poco más de un kilómetro, para personas de cualquier edad





¿Quiénes habéis peregrinado a Jerusalén? ¿Y a Roma? ¿Y a Compostela?  

   Veamos cuál es el MONTE del s. XXI, teniendo en cuenta la razón de ser de la Iglesia (Evangelii Nuntiandi / 8-12-75 / Pablo VI): «Ella vive para evangelizar».

    Salgamos de lo habitual, de lo conocido, de lo previsible... Como Moisés, que siempre había llevado el rebaño de Jetró -durante 40 años- «más acá» del desierto; arriesguémonos a ir más allá... Y quizá, lleguemos al Pozo de Sicar, entre los montes Gerizim y Ebal, en Cisjordania, muy cerca de Nablus. Allí, en el Pozo de Jacob, tiene lugar un impresionante ENCUENTRO entre Jesús y una mujer idólatra (Jn 4, 20-26). Abiertos al Espíritu, dejemos que este diálogo prenda fuego en nuestro corazón:

      Jn 4, 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

      Jn 4, 21 «Jesús le dijo: Mujer, créeme, que llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre» > > >  Mc 16, 15  «Id al mundo entero y anunciad el evangelio a toda la creación».

  •  El mundo entero viene a Compostela. Y vienen con sed, buscando la verdad. Vienen quebrantados, en crisis, en duelo... en una situación propicia para el ENCUENTRO con Cristo.
  •   El Camino de Santiago es un lugar superpropicio para el ANUNCIO del EVANGELIO: los eunucos y etíopes de este siglo van antes a Santiago que a Roma o a Jerusalén.
  •  Si se trata de que la Buena Nueva sea -cada vez más- BUENA BUENA y NUEVA NUEVA... ¡¡¡Hay un NUEVO MONTE!!! Pocos caminan ya hacia el Monte Sion, al Garizim, al Monte Palatino o a las siete colinas romanas... 
Una gran parte de los nuevos adoradores, los  paganos e idólatras de nuestro tiempo, en todo el mundo, caminan hacia el Monte del Gozo, en el Finisterre de Europa. 
 ¡El Reino de Dios es de quienes se arriesgan! 

Javier de Montse - Comunidade Caná



     Conocemos tres venidas del Señor. Además de la primera y de la última, hay una venida intermedia. Aquéllas son visibles, pero ésta no. En la primera el Señor se manifestó en la tierra y vivió entre los hombres, cuando -como él mismo dice- lo vieron y lo odiaron. En la última contemplarán todos la salvación que Dios nos envía y mirarán a quien traspasaron. La venida intermedia es oculta, sólo la ven los elegidos, en sí mismos, y gracias a ella reciben la salvación.


    En la primera el Señor vino revestido de la debilidad de la carne; en esta venida intermedia viene espiritualmente, manifestando la fuerza de su gracia; en la última vendrá en el esplendor de su gloria. Esta venida intermedia es como un camino que conduce de la primera a la última. En la primera Cristo fue nuestra redención; en la última se manifestará como nuestra vida; en esta venida intermedia es nuestro descanso y nuestro consuelo.
    "El que me ama guardará mi palabra; mi Padre lo amará y vendremos a fijar en él nuestra morada". Conserva tú también la Palabra de Dios, porque son dichosos los que la conservan. Si guardas así la Palabra de Dios es indudable que Dios te guardará a ti. Vendrá a ti el Hijo con el Padre, vendrá el gran profeta que renovará a Jerusalén, y Él hará nuevas todas las cosas. Gracias a esta venida, nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Y, así como el primer Adán irrumpió en todo el hombre y lo llenó y envolvió por completo, así ahora lo poseerá totalmente Cristo, que lo ha creado y redimido y que también un día lo glorificará.
S. Bernardo





¿Cómo estás esperando esta Navidad? La vida es una continua espera: esperamos a que se haga el café cada mañana , esperamos el autobús, esperamos a que nuestros hijos salgan del colegio, son las esperas de cada día. Nunca desesperamos; pero a veces esperamos algo con ilusión y nos pasa en un abrir y cerrar de ojos. Por eso quiero exhortar -estos últimos días antes de Navidad- a una espera activa espiritualmente. En este año Jubilar 2025 de la Esperanza, tenemos que esperar activamente.«Spes non confundit»: «La esperanza no defrauda» (Rm 5, 5). Es tiempo de preparar nuestro pesebre, el de nuestro corazón, donde tiene que nacer Jesús.

Les propuse a mis alumnos de secundaria que el calendario de Adviento de chocolates, lo sustituyeran por un pequeño reto diario, un gesto que indique que deseamos ir hacia la Luz que nos nace. Tiene que ser algo concreto y escribirlo e intentar ponerlo en práctica: hoy voy a compartir, hoy no me voy a enfadar, hoy voy a bendecir, no me voy a quejar por la comida, hoy voy a ser cariñoso, voy a sonreír a quien me encuentre, voy a hacer un favor.

Los pequeños gestos cuestan mucho, porque no estamos entrenados en lo pequeño o el anonimato. Para las pequeñas cosas, tanto como para las grandes batallas tenemos que abrir nuestro corazón a la gracia de Dios para que él nos las conceda. Dios quiere colmar nuestros deseos, pero el deseo  y necesidad más grande que tenemos es el de Dios y no somos conscientes (Nº 27 CIC). Grita: ¡Hazte hueco Señor y acampa en medio de nuestros chismes!. ¡Maranatha! ¡Dios lo puede todo! (Jeremías 33,3). Nuestra actitud tiene que ser la del Pobre de Espíritu, la de aquel que lo espera todo del Jesusín, el más pobre y el más humilde, Dios con nosotros, ¡Emmanuelillo del Alma!


¿Esperas con fe expectante? ¿Estás en estado de buena esperanza... al menos espiritual? ¿Qué estás esperando de Mí? -te dice Dios- ¿Va a ser una  fecha de Navidad más o esperamos recibir una gracia  de Navidad cómo vivió Teresita de Lisieux?

Dios nos llama a esperar con Esperanza, aunque veamos el mundo, nuestra familia y nuestra propia vida con difícil arreglo, no nos fijemos estos días en el desastre, sino en la Esperanza que es el mismo Dios, que ha vencido al mundo naciendo en medio de la noche.


Dios viene para regalarte todos los retos que necesitamos afrontar... Él es la Palabra; pero como a veces somos muy torpes para escucharla, te propongo la siguiente DINÁMICA:


1. Cuelga de tu árbol o en tu pesebre y ponte a practicar las palabras que resumen la Biblia.


2. Te quiero, te necesito, te perdono, lo siento, siempre voy a estar ahí, ¿qué puedo hacer por tí? , eres maravilloso,  nunca te abandonaré, te invito, ¿empezamos de nuevo?, eres valioso, eres importante, me ha gustado mucho, me llena de paz , ¡qué alegría conocerte! ¡suerte que estás aquí! , ¡qué gozo que existas! , juntos para siempre, ¡qué bueno estar aquí contigo!, no me importa, yo te ayudo, te admiro, te acompaño, te espero, estoy contigo, estoy aquí para ti, confío en ti, eres mi apoyo, por favor, toma lo que que necesites, no te preocupes, ven siempre que quieras, te llamaré, esto es de corazón, contigo no tengo miedo...


3. Puedes sacar estas palabras regalo en la cena de Nochebuena y las puedes decir para los que tienes cerca, para el mundo, para Dios y para ti mismo.


“Dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean. Que nuestra vida pueda decirles: «Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor» (Sal 27,14). "Que la fuerza de esa esperanza pueda colmar nuestro presente en la espera confiada de la venida de Nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la alabanza y la gloria ahora y por los siglos futuros.” 

(Palabras finales de la Spes non confundit)

Virgen de la Esperanza, ¡ruega por nosotros!

  Fernando de Susana Familia Caná


¡Forma parte de los SUEÑOS de Dios para Santiago de Compostela, como hermanos unidos en un mundo dividido!

  • Desde hace tres años, cristianos de distintas denominaciones, comunidades y movimientos nos reunimos para alabar, proclamar la Palabra e interceder por nuestra sociedad, juntos. Y aprovechamos para hacer fiesta, compartir, charlar y conocernos cada vez más. 
  • Ven a conocer a otros cristianos de diferentes Iglesias y realidades que aman a Cristo. Aprenderás a valorar la riqueza de la diversidad y celebrar lo que tenemos en común como un solo Pueblo de Dios... 

La respuesta es... ¡¡¡ SÍ !!! 

Cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de vivir y comunicar que el AMOR puede ser para SIEMPRE. 

A los jóvenes les interesa el tema del amor...
"Amar para siempre" es el título de un libro que nosotros, Comunidade Caná, hemos escrito. En realidad, es el contenido de los cursos prematrimoniales que, desde 1997, Montse y Javier, fundadores de la Comunidad, comenzaron a impartir en su parroquia, en Moaña, Galicia. Ha sido la base de la formación con la que, luego, todos los demás matrimonios que pertenecemos a la Comunidad nos hemos preparado para continuar los cursos en muchos otros lugares, incluso telemáticamente.
Es un curso que puede servir a todos los implicados en la Pastoral Familiar o en grupos de jóvenes que se preguntan sobre su vocación.
El contenido es sencillo, profundo y humanizador. Y es que a los jóvenes les interesa el tema del amor, de la vida, de los hijos, de la familia… de cómo no fracasar en su relación afectiva.
Estamos llamados a poner luz, ofrecer la verdad del amor para siempre entre un hombre y una mujer, ayudar al discernimiento y la reflexión sobre el sentido de la vida y la propia vocación.
Porque la crisis de la pareja es, en definitiva, la crisis de la persona humana. Y Jesús el Señor está interesado en tu persona.

¡Enhorabuena! Has encontrado un tesoro: el amor de tu vida

La humanidad entera, todo hombre y mujer, pasa su existencia buscando este gran tesoro que es “amar y ser amado”. Vosotros lo habéis encontrado y por eso estáis de enhorabuena. Quisiéramos que esta palabra, “amor”, tan usada hoy, pudieseis vivirla y entenderla de un modo distinto, original: tenéis a vuestro lado a la persona de quien estáis enamorados, la persona con la que deseáis pasar el resto de vuestra vida, la persona que os acepta como sois, que va a estar siempre con vosotros…
Tenéis a vuestro lado a ese “alguien” único que os quiere. Hay personas que tienen de todo; pero les falta alguien a su lado que les ame profundamente, y por eso se sienten solas, tristes y sin sentido en la vida. ¡valoremos el amor que tenemos! Sin amor, todo en la vida queda oscuro y vacío.
Las estadísticas nos muestran cifras alarmantes sobre los fracasos en el amor. La mayoría en la primera crisis, en los primeros ocho años de matrimonio. Pero las separaciones están aumentando en todas las etapas de la vida. ¿Qué nos está pasando? Quizá no valoremos lo bastante este tesoro como para poner el empeño, el coraje necesario, y emplear todas las energías en cuidar nuestro amor.

ENAMORARSE es FÁCIL; 

lo DIFÍCIL, lo realmente VALIOSO, 

es PERMANECER ENAMORADOS.

De este amor que perdura en el tiempo, capaz de superar crisis y dificultades, es del que habla este libro: del amor que os vais a prometer el día de vuestra boda y que puede haceros felices para siempre.



¿Quo vadis? ¿A dónde vas?

      En uno de los Evangelios apócrifos de finales del siglo II, titulado Hechos de Pedro, se cuenta que, durante la persecución a los cristianos, sobre el año 66, en Roma, hay un plan para matar a Pedro. Un grupo de creyentes le exhortan a que salga de Roma… ¿No seremos acaso unos desertores?, se inquieta Pedro. “No -le responden sus hermanos-. Es para que puedas seguir sirviendo al Señor, predicando en otros lugares”.

     Pedro decide huir de Roma. Apenas ha salido por la puerta de la ciudad, se cruza con Jesús a punto de entrar, es decir, en la dirección contraria…

     Pedro le pregunta:

-      ¿Quo vadis, Domine?  (¿A dónde vas, Señor?).

-      A Roma, para ser de nuevo crucificado.

     Pedro comprende el reproche y da media vuelta. Regresa a Roma, donde será crucificado.

     La opción de Pedro de huir de Roma era buena, muy razonable, muy lógica y de muy buenas intenciones. Todos nosotros estamos haciendo cosas buenas; es más, cosas para el Reino de Dios, para servir al Señor…

1.    La fe y el seguimiento de Cristo no es algo razonable que podamos meter en nuestros criterios humanos.

2.    Nuestra fe tiene un camino: seguir a Cristo. Pedro vuelve a Roma, porque Jesús va a Roma y su opción esencial es seguir al Maestro.

3.    Jesús no rechazó la Cruz: fue a Jerusalén sabiendo que allí le esperaba la Cruz.

 

La Cruz en el centro de nuestra vida

     La experiencia anterior de Pedro nos pone en la situación de quién está huyendo de la Cruz. Es una tentación de hoy y de todos los tiempos porque nuestra naturaleza caída no quiere sufrir. Entendemos el sufrimiento como algo pasajero, y lo vivimos esperando que pase y con miedo a que vuelva. No queremos sufrir. Y esto es humano.

    Los cristianos buscamos seguir a Jesús y -a la vez- estar bien, disfrutar de las cosas del mundo, mejorar nuestra situación económica, tener buenas condiciones laborales, buen ambiente familiar, buenas relaciones con los hijos…

    Hay un momento en que esto se rompe y llega la hora de la prueba. Entonces, nos tambaleamos, gritamos y clamamos a Dios: ¿Qué tengo que hacer? En realidad, decimos: ¿Qué tengo que hacer para salir de esta situación? ¿En qué me he equivocado? ¿Por qué me está pasando esto?

    Las primeras etapas del seguimiento de Jesús quieren compaginar fe y mundo: estar con Jesús y estar bien en el mundo.

 

Filipenses 3, 18-19

      “Porque muchos viven, según os dije tantas veces -y ahora os lo repito con lágrimas-, como enemigos de la Cruz de Cristo, cuyo final es la perdición. Para estos, su Dios es el vientre; su gloria, lo vergonzoso; y su apetencia, lo terreno. Pero nosotros somos ciudadanos del Cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo”.

      Yo, personalmente, he escuchado siempre esta lectura de un modo simplista... Los otros son los enemigos de la Cruz y nosotros somos los ciudadanos del Cielo: los enemigos de la Cruz son los borrachos y comilones, los que viven para las cosas de la Tierra y no para las del Cielo.

      Si contemplamos el mundo con una mirada más divina, podemos decir que todos buscan la felicidad, la vida verdadera… En última instancia, a Dios, aunque no lo sepan. Y no lo van a encontrar por ese camino del placer. Su huida de la Cruz es la huida de Dios que está en la Cruz.

 

El mundo y la Iglesia

Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que el mundo se salve por Él

     La Iglesia ha nacido para evangelizar y el campo de evangelización es el mundo.

·         La Iglesia se encuentra queriendo coquetear con el mundo y enemistada con la Cruz. Busca un discurso que el mundo pueda entender: los valores, la paz, el respeto, la solidaridad… Como si Cristo hubiera sido un conciliador de pluralismos. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. “Si la sal se desvirtúa, ¿quién la salará?” (Mt 5, 13).

·    El mundo camina hacia una deshumanización; hacia la destrucción de la persona, en su nacimiento, en su vida y en su muerte. Se está perdiendo el verdadero sentido de la persona humana.

     El resto de Israel está en la Iglesia. Son los santos. Ellos son los verdaderos hombres y mujeres. Son los David de nuestro tiempo luchando contra Goliat. Este es el lugar donde nos tenemos que situar para evangelizar.

     Goliat reta al Pueblo de Israel… “Entonces Goliat se detuvo y gritó mofándose de los israelitas: «¿Por qué salís todos a pelear? Yo soy el campeón filisteo, pero vosotros no sois más que siervos de Saúl. ¡Elegid a un hombre para que venga aquí a pelear conmigo! Si me mata, entonces seremos vuestros esclavos; pero si yo lo mato a él, ¡vosotros seréis nuestros esclavos! ¡Hoy desafío a los ejércitos de Israel! ¡Enviadme a un hombre para que me enfrente a él!». Cuando Saúl y los israelitas lo escucharon, quedaron aterrados y profundamente perturbados” (1Sam 17, 8-11).

      La Iglesia, nuevo Pueblo de Israel, tiene a ese hombre. “He aquí al hombre”, dice Pilatos cuando presenta a Jesús, azotado y coronado de espinas, al pueblo.

      Éste es el Hombre Cristo Jesús, el que nació, vivió, fue crucificado, murió y resucitó.

Por Él somos salvados. Cristo ha formado un pueblo de redimidos. No estamos solos.

 

Tres reflexiones sobre la Cruz 

1.    La Cruz, mi instrumento de trabajo (1Cor 1, 22-25) 

·         Somos los pobres que enriquecemos a muchos.

·         La Cruz se convierte en árbol fecundo.

·         La derrota constituye la más grandiosa victoria.

2.   La Cruz compartida

·         La Cruz es el apoyo del hombre y su estructura. El bastidor sobre el que se teje el hombre.

·         La Cruz nos constituye. Es necesario no ausentarnos, evadirnos, huir… sino estar presentes.

·         La Cruz hay que llevarla entre dos.

3.    ¡Si no te va bien, es precisamente la tuya! (Mc 8, 34)

·         La Cruz nunca va a la medida de tu gusto y de tus expectativas. Desgarra, magulla, araña, arranca la piel, aplasta, doblega… Siempre parece injusta.

·         Es bueno que vayas estableciendo una relación familiar con tu Cruz. No aspires a entender todo ni a tener relaciones idílicas.

·         Fe quiere decir -simplemente- saber que Él sabe.

Montse de Javier - Comunidade Caná


AUDIO



     La Iglesia quiere que nos preguntemos en este tiempo por las verdades últimas: la muerte, el juicio, la vida eterna. Pero, ¿acaso quiere la Iglesia asustarnos o ponernos inquietos con esto? No. Porque, para el creyente, la muerte debe ser algo tan natural como nacer. Aunque, un poquito de miedo es natural. Al fin y al cabo, el instinto de conservación, la supervivencia, es el instinto más fuerte que tenemos. Humanamente la perspectiva de la muerte nos inquieta. A Dios esto no le disgusta pues el quiere que disfrutemos y saboreemos la vida, hasta el día que seamos llamados para estar con Él.

      Si pudiéramos reconstruir nuestros pensamientos el día de nuestro nacimiento, es muy posible que no quisiéramos abandonar la seguridad que sentíamos en el vientre de nuestra madre: “Es hermoso y agradable estar aquí, ¿quién sabe lo que hay ahí fuera?” Es la pregunta que inconscientemente un bebé se podría hacer en el vientre materno. Parecido es el sentimiento que nos surge ante el nacimiento a la vida eterna a la que todos estamos invitados.
     Pero el creyente entiende la muerte como una realidad amiga: “Hermana muerte”, la llamaba San Francisco de Asís. Venimos de Dios y estamos destinados a volver a Él por toda la eternidad. De algún modo, desde el mismo momento de nuestra concepción fuimos marcados con un: Return To Sender! (¡Devolver al Remitente!).
    Disfrutamos los creyentes de las alegrías de la vida, pero sabemos que estamos de paso, que sus alegrías y goces tienen fecha de caducidad, que se trata tan solo del aperitivo que nos prepara para la comida del banquete que que Dios nos tiene preparado, en un lugar donde ya no habrá llantos y donde los dolores y sufrimientos ya han pasado. El Dios que nos dio la vida, quiere que esa vida dure para siempre. Cuando el enemigo se hizo con ella, nos envió a Jesús, que “muriendo, restauró nuestra vida”.
   El mes de noviembre nos recuerda que estamos marcados: Return To Sender. Las fiestas de Todos los Santos (1 de noviembre) y el Día de los Difuntos (2 de noviembre) nos ayudan a contemplar cada año nuestro destino eterno, y a rezar con gratitud y reconocimiento por aquellos que nos han precedido en el camino.

    Del 24 al 26 de octubre (2025), en la Casa de la Sagrada Familia de Villefranche en Las Rozas (Madrid), celebramos nuestro Encuentro de ComunidadLoEncuentros Comunitarios son mensuales; normalmente, de fin de semana. En todos ellos hay oración, revisión de vida, formación, participación en la Eucaristía dominical y preparación de las acciones pastorales y de evangelización que lleva a cabo la Comunidad. 
   La llamada a ser comunidad es un don de Dios que llega a la persona por sorpresa. Esta experiencia es frágil, como una semilla plantada en la tierra; poco a poco, en la lucha y la contemplación, se orienta hacia una opción positiva y definitiva por la comunidad.
    Al hundir nuestras raíces en tierra es cuando comenzamos a ver los frutos. Estar plantado en la tierra es comenzar a vivir con un nuevo sentido la misión. Surge una nueva capacidad de dar la vida, no en mí solo, sino en el cuerpo de la comunidad.
    Porque nuestros corazones son pobres y vacíos, ¡están disponibles! Dejamos sitio para recibir a nuestros hermanos.
    Porque nuestros corazones son pobres y vacíos, ¡están heridos! Dejamos que suba hacia Ti, el grito de nuestra sed. 
     Y te damos gracias, Señor, por el camino de fecundidad que has elegido para nosotros. Seguimos diciendo "sí" a este camino. Creemos que es nuestra fecundidad, que tenemos que pasar por él para crecer en Ti.


“El Evangelio es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree” (Rom 1, 16)

  Solo una Iglesia evangelizada puede convertirse en una Iglesia evangelizadora; solo una Iglesia que vuelve una y otra vez al Cenáculo para recibir la fuerza del Espíritu Santo en un nuevo Pentecostés, puede convertirse en una Iglesia que evangeliza con gran poder, como la Iglesia primitiva. Sin nuevos evangelizadores no puede haber nueva evangelización; sin nuevo Pentecostés ni Espíritu Santo no hay nuevos evangelizadores ni nueva evangelización.

"Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones..." (Jl 2, 28-29).

  La Efusión del Espíritu desencadena un proceso de discipulado que se plasma en una vida con propósito; en sucesivas elecciones sobre el estado de vida, el trabajo, la economía, las relaciones… una vida entera entregada a cumplir los sueños de Dios para mí. Vivir, desde la debilidad, en el Señorío de Cristo. Porque el Encuentro con Cristo -si es auténtico- genera discípulos misioneros en comunidad.

  Un/a discípulo/a misionero/a es una persona que ha tenido un encuentro personal con Jesús, ha tomado la decisión de seguir -con todas las CONSECUENCIAS- el Evangelio de Jesús, ha caminado con otros discípulos y ha sido enviado por Jesús para compartir la Buena Noticia. Es un proceso selectivo, destinado -únicamente- a quienes han decidido seguir a Jesús y dar la vida por Él.

«Si permanecéis en mi Palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8, 32).

  Vivir en el Espíritu es, día a día, década a década, agrandar el SÍ... y reforzar muchos noes. El Señorío de Cristo implica que Él ordene mis amores, derribe mis ídolos y me abra a nuevos horizontes. "Aspiremos no a una libertad fácil y artificial, sino una libertad perfecta y verdadera. Y concedamos a Dios su libertad de actuar, una libertad que necesariamente trasciende nuestras nociones limitadas" (Mons. Erik Varden).

  En el fondo, solo hay 2 modos de vivir: VIVIR para solucionar problemas (Señor, ¡haz mi voluntad!) o VIVIR de un horizonte, enfocado en la Voluntad del Padre, en su propósito para mi vida.



El Encuentro con Cristo genera discípulos misioneros en comunidad

Hay tres fuegos que se avivan recíprocamente, alimentando el FUEGO del Espíritu Creador en mi vida real, en mi historia de salvación:

     1. El fuego de la ORACIÓN: la fuente de la que bebemos, la intimidad con Dios, el diálogo con la Trinidad -Padre, hijo y Espíritu Santo-. No es un mero ensimismamiento y deleite interior; la oración tiene consecuencias. "No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos" (Mt 7, 21). En la oración recibimos el Poder de Dios para transformar, para tener los mismos sentimientos de Cristo y salir hacia el hermano.

     2. El fuego de la FRATERNIDAD: mi Comunidad (de pertenencia o de referencia), los hermanos en la fe con los que oro, comparto y voy a la misión. ¿Tengo una Comunidad de fe? Sí, es la Iglesia -podemos responder-. En nuestro tiempo, ha de concretarse en una comunidad más cercana, más concreta, más cotidiana y -en la mayor parte de los casos- más pequeña que la Parroquia. Hermanos que me acompañan en el camino de la fe, me animan, me corrigen... y donde descubro mis dones y carismas para la misión.

   3. El fuego de la MISIÓN: ¿a qué estoy llamado en la Iglesia y el mundo? ¿Cómo soy una piedra viva que construye el Reino de Dios? 

Porque la IGLESIA existe para EVANGELIZAR... "Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una «simple administración». Constituyámonos en todas las regiones de la Tierra en un «estado permanente de misión»" (Evangelii Gaudium 25).

  La Renovación Carismática somos un pueblo escogido donde Dios se complace en derramar su Vida, su Verdad. Somos aquel reino en el cual Dios derramó muchos, muchísimos talentos. A unos les dio 10, a otros 5, a otros 2 y a otros 1... Y les dijo: "Hacedlos fructificar". Vuelve al cabo de mucho tiempo, y quiere recoger el fruto; al ver el panorama, al escuchar las respuestas de los siervos, dice: "Habéis trabajado para vuestras casas, vuestros edificios, vuestras fincas particulares; pero no habéis hecho crecer mi reino. Los talentos no son vuestros. Lo que habéis construido no sirve para nada salvo para ser pasto de las llamas".

  Hagamos subir a la Iglesia al aposento alto para recibir la fuerza del Espíritu Santo una y otra vez. A menudo convertimos el viento huracanado de Pentecostés en aire acondicionado, al tratar de domesticar la fuerza del Espíritu. El viento huracanado siempre nos sorprende, rompiendo esquemas y seguridades propias; nos mueve a ser fieles al Señor y no buscar tanto agradar a los hombres, descubriendo una variedad de carismas que no debemos despreciar aunque nos incomoden o comprometan.

  La fuerza impetuosa del Espíritu siempre sopla como quiere y no la podemos dominar; es el poder del Espíritu quien nos hace vivir en la libertad de los hijos de Dios. Si la primera evangelización en Jerusalén fue fruto de la irrupción impetuosa del Espíritu Santo en aquel primer Pentecostés cristiano, la nueva evangelización hoy no puede ser sino consecuencia de un nuevo Pentecostés que nos haga salir de nosotros mismos para ir a las periferias del mundo y anunciar la Buena Noticia a toda la creación.


  La primitiva Iglesia se movía en el Espíritu, como fuego en un cañaveral, fuera de las murallas. A la intemperie. En lucha y contemplación, lejos de las seguridades y el poder mundano. Fijos los ojos en Aquél que se hizo un tatuaje con mi nombre en Sus manos... y en Sus pies... y en Su costado. Aquél que, fuera de las murallas, murió en la Cruz por mí, entregando toda su vida por amor.

  Su presencia está ahí fuera, los dones están operativos ahí fuera, el corazón de Dios está ahí fuera... Escucha lo que te dice a ti (y a mí) el Papa Francisco en «Gaudete et exsultate» nº 15: "Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida". No nos aferremos a lo que tenemos; ¡lancémonos a vivir la NUEVA VIDA que Jesús nos ha ganado, lancémonos a vivir en el Espíritu!

   El Señor quiere cambiar el mundo en el Poder de su Espíritu Santo: un tsunami del Espíritu, algo inesperado, algo sorprendente, un renovado súperPentecostés. Y, cuando el Señor se mueve de esa manera, nosotros -los que antes éramos no/pueblo y ahora somos Pueblo de Dios- que hemos sido llamados por Él, hemos de estar dispuestos y en vela.

  La mejor Iglesia es la que arde... en el Fuego del Espíritu Santo

Javier y Montse - Comunidade Caná