Comunidade Caná

Comunidad Católica de Alianza integrada por familias en el seno de la Renovación Carismática

  
       El noviazgo es el tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un trabajo compartido sobre el amor; un trabajo en profundidad. Se descubren poco a poco el uno al otro.  El hombre ‘aprende’ acerca de esta mujer, su novia; y la mujer ‘aprende’ acerca de este hombre, su novio.      
     Desde esta perspectiva -apuntada por el Papa Francisco- hemos preparado 15 temas para ayudaros a verificar vuestro amor. Nuestra propuesta es acompañaros en este camino que tiene meta. La clave ha de ser el diálogo que estos temas, como etapas de un camino, susciten entre vosotros, los novios.

El ITINERARIO se desarrolla en ENCUENTROS MENSUALES
Estamos a vuestra disposición...
986.313.795   canacomunidade@gmail.com    636.086.986 (WhatsApp)
   
.
.
"Aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa 
ni puede ser el objetivo de un breve curso 
previo a la celebración del matrimonio
(Amoris laetitia 208)


Rialdarca, itinerario para NOVIOS 

Un sendero de poco más de un kilómetro, para personas de cualquier edad





  • Desde hace tres años, cristianos de distintas denominaciones, comunidades y movimientos nos reunimos para alabar, proclamar la Palabra e interceder por nuestra sociedad, juntos. Y aprovechamos para hacer fiesta, compartir, charlar y conocernos cada vez más. 
  • Ven a conocer a otros cristianos de diferentes iglesias y realidades que aman a Cristo. Aprenderás a respetar la riqueza de la diversidad y celebrar lo que tenemos en común como un solo pueblo de Dios... 

La respuesta es... ¡¡¡ SÍ !!! 

Cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de vivir y comunicar que el amor puede ser para siempre. 

A los jóvenes les interesa el tema del amor
"Amar para siempre" es el título de un libro que nosotros, Comunidade Caná, hemos escrito. En realidad, es el contenido de los cursos prematrimoniales que, desde 1997, Montse y Javier, fundadores de la Comunidad, comenzaron a impartir en su parroquia, en Moaña, Galicia. Ha sido la base de la formación con la que, luego, todos los demás matrimonios que pertenecemos a la Comunidad nos hemos preparado para continuar los cursos en muchos otros lugares, incluso telemáticamente.
Es un curso que puede servir a todos los implicados en la Pastoral Familiar o en grupos de jóvenes que se preguntan sobre su vocación.
El contenido es sencillo, profundo y humanizador. Y es que a los jóvenes les interesa el tema del amor, el tema de la vida, de los hijos, de la familia… de cómo no fracasar en su relación afectiva.
Estamos llamados a poner luz, ofrecer la verdad del amor para siempre entre un hombre y una mujer, ayudar al discernimiento y la reflexión sobre el sentido de la vida y la propia vocación.
Porque la crisis de la pareja es, en definitiva, la crisis de la persona humana. Y Jesús el Señor está interesado en la persona.

¡Enhorabuena! Has encontrado un tesoro: el amor de tu vida

La humanidad entera, todo hombre y mujer, pasa su existencia buscando este gran tesoro que es “amar y ser amado”. Vosotros lo habéis encontrado y por eso estáis de enhorabuena. Quisiéramos que esta palabra, “amor”, tan usada hoy, pudieseis vivirla y entenderla de un modo distinto, original: tenéis a vuestro lado a la persona de quien estáis enamorados, la persona con la que deseáis pasar el resto de vuestra vida, la persona que os acepta como sois, que va a estar siempre con vosotros…
Tenéis a vuestro lado a ese “alguien” único que os quiere. Hay personas que tienen de todo; pero les falta alguien a su lado que les ame profundamente, y por eso se sienten solas, tristes y sin sentido en la vida. ¡valoremos el amor que tenemos! Sin amor, todo en la vida queda oscuro y vacío.
Las estadísticas nos muestran cifras alarmantes sobre los fracasos en el amor. Estamos ya por encima del 55% de parejas que se separan. La mayoría en la primera crisis, en los primeros ocho años de matrimonio. Pero las separaciones están aumentando en todas las etapas de la vida. ¿Qué nos está pasando? Quizá no valoremos lo bastante este tesoro como para poner el empeño, el coraje necesario, y emplear todas las energías en cuidar nuestro amor.

ENAMORARSE es FÁCIL; 

lo DIFÍCIL, lo realmente VALIOSO, 

es PERMANECER ENAMORADOS.

De este amor que perdura en el tiempo, capaz de superar crisis y dificultades, es del que habla este libro: del amor que os vais a prometer el día de vuestra boda y que puede haceros felices para siempre.

 

Lee en tu Biblia este pasaje: Juan 2,1-12.
Son las bodas de Caná, donde Jesús obró su primer milagro a petición de María, su Madre. Este pasaje es como un termómetro para nosotros, padres y madres, esposos y esposas, para ver en qué lugar nos encontramos. ¿Qué podemos encontrar para nuestra vida matrimonial y familiar?

¡Alegría!

El vino, en la Biblia, es el símbolo de la alegría y de los bienes que traería el Mesías. El  protagonista de la boda de Caná es «el vino». Todo gira en torno al vino que falta y al vino nuevo cuyo origen desconoce el maestresala. Este vino que llega por la acción de Cristo es «vino bueno», que desbanca al primero. Sobre este vino gira también la conversación de la Madre de Jesús con su Hijo: al hacerle ver que el vino de la boda se ha terminado, María está señalando una carencia grave en una boda. ¿Se trata sólo una carencia física o hay algo más?

Podríamos, a la luz de esta lectura bíblica, entresacar y hacer vida en nuestra realidad actual en qué lugar nos encontramos y cuáles son nuestras dificultades, certezas, inquietudes… ¿Tenemos el vino de la alegría en nuestra familia, en nuestro matrimonio? O, tal vez, con el paso del tiempo, los acontecimientos, la vida… nuestro vino se ha consumido o, incluso, se ha avinagrado. ¿Escuchamos de nosotros “No tienen vino”?

«Haced lo que Él os diga»

En este pasaje hay unos sirvientes pendientes de lo que ocurre y de qué hay que hacer en cada momento. En nuestra vida familiar también somos siervos unos de otros. Siervo tiene que ser el esposo de la esposa y la esposa del esposo. Siervos los dos de vuestros hijos. Servidores para que todo esté a punto, para que todo funcione. Nuestra actitud debe de ser como la de los sirvientes, cuando María les dice: “Haced lo que Él os diga”.

Jesús y María están presentes en nuestra familia. El milagro se realiza a través de sus intervenciones: convertir nuestra agua en vino; transformar nuestra sed, nuestra hambre, nuestra angustia, nuestra duda, nuestros desatinos o desaciertos. No desaprovechemos la oportunidad de pedir con un corazón sencillo y humilde: “¡No tenemos vino!”.

Los invitados son todos los que se acercan a nosotros, empezando por nuestros hijos y continuando por los familiares, parientes, amigos, vecinos. Se acercan y nuestra misión es mostrarles la alegría de vivir, la alegría de la celebración, la alegría de una profunda conversión de nuestra agua en vino nuevo.

¡Convierte, Señor, nuestra agua en vino!

Por eso, hoy, recoge en tu cántaro, el más grande que tengas, toda tu agua y preséntaselo al Señor: Convierte, Señor, nuestra agua en vino.

Del libro "Haced lo que Él os diga"

Jose Louzán, Allariz - Comunidade Caná


  “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne». Es éste un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia”. (Ef 5, 23-33)

     San Pablo habla de la relación esponsal refiriéndola a la de Cristo con su Iglesia: “Es este un gran misterio”. Nosotros, esposos, ¿vivimos nuestro sacramento de esta manera… o la  Palabra de Dios supera nuestras fuerzas? ¿Qué lugar ocupa Jesucristo en nuestro caminar matrimonial? 


La ternura, un soplo que nos alienta a ser lo que estamos llamados a ser

El psicólogo Diego Velicia nos habla maravillosamente de ella en su artículo "¡Es la ternura!". 
La ternura -afirma- no solo consiste en muestras físicas, sino que se manifiesta, sobre todo, en miradas esperanzadas, en silencios comprensivos, en renuncias sacrificadas. Quizá la reducimos a la infancia; pero, en realidad, la necesitamos toda la vida. No somos conscientes de su capacidad transformadora, sin embargo, su potencia para configurar una vida es  infinita. La ignoran los obsesionados con la eficacia, los que nunca la han experimentado y quienes solo quieren imponerse a los demás.

No se trata de una emoción intensa que se siente muy dentro y hace estallar el corazón de gozo efusivo, no. La ternura da calor al corazón cuando el frío de la vida congela el alma. Sentir ternura por nuestra pareja no es amarla “a pesar de” su fragilidad, creyendo que soy una persona buena, elevándome a categoría de héroe, capaz de amar a alguien a pesar de que realmente no se lo merece. De este modo, acabo mirando la fragilidad de mi cónyuge de forma condescendiente, desde lo alto. En cambio, la ternura es lo opuesto a la mirada que juzga y condena, que critica, que reprocha, que desprecia… “Estás siempre igual, nunca cambias, nunca lo harás”.

La ternura siempre ofrece una respuesta insólita a la dificultad del otro. Es una forma inesperada de hacer justicia, dice el Papa Francisco. Es la experiencia de amar y acoger al otro “en medio de” su fragilidad, en medio de su debilidad, en medio de su dificultad. No ignora la fragilidad del otro. No la niega. No la minimiza. No se asusta ante ella sino que la percibe con realismo, la reconoce con verdad, la saca a la luz con sensibilidad, la toca con delicadeza.

Cuando nos tratan con ternura, nos insuflan esperanza para trabajar sobre nosotros mismos y nos devuelven la dignidad para seguir en camino. Es como un soplo que alienta a ser lo que estamos llamados a ser, a “no tirar la toalla”.


Arrancaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne

Al principio, Dios nos crea hombre y mujer para un proyecto de comunión y nos bendice con el sacramento del matrimonio a través del cual derrama la gracia para hacer posible este amor para siempre que supera nuestras fuerzas humanas.

“Dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne” (Gén 2, 24). Esta Palabra que pronuncia Dios es nuestra denominación de origen, nuestra seña de identidad. Siempre hay que volver a ella, porque es volver al principio de nuestra vocación.

Desde esa perspectiva, nuestra vida conyugal es un continuo renunciar, para unirse al otro y ser uno. La acogida mutua es la clave de nuestra unión. Recibir al otro, es hacerle un espacio en mi yo. Porque seguimos siendo dos personas diferentes, con necesidades, psicologías, heridas diferentes. Somos dos que caminamos en medio de nuestras imperfecciones y nuestros límites.

En nuestro camino matrimonial surgen las dificultades de nuestro pecado que se muestra en forma de actitudes que me separan del cónyuge:

  • Estar a la defensiva frente al otro porque pienso que me va a hacer daño.
  • Juzgar antes de que empiece a hablar.
  • Desconfiar a causa de nuestras heridas.
  • Tener creencias equivocadas, adquiridas (por ejemplo: si no me cuido yo, no me cuida nadie).

La Palabra de Dios llega viva y eficaz con la fuerza del Espíritu Santo: “Y os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ez 36, 26). Es Dios mismo el primero en llenarse de ternura ante nuestras dificultades, en mirarnos con compasión y misericordia: “Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que lo temen” (Sa 103, 13) y en derramar su amor en nosotros con el Espíritu Santo que tiene verdadero poder para cambiarnos:

  • Arranca de nuestro pecho muchas cosas que no son el verdadero amor: falsas seguridades, heridas que nos impiden amar, miedos a sufrir, barreras, bloqueos…
  • Nos da un corazón nuevo, capaz de acoger al otro en sus fragilidades, en aquello que no comprendo.
  • Nos pone en tierra nueva donde triunfa el amor, la ternura de Dios, que es caridad esponsal que se conmueve, que tiene entrañas de misericordia.

El Espíritu es quien realiza en nosotros esta obra... con nuestra colaboración, es decir, no ofreciendo resistencias: “Mira, hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5).


La madurez del amor

Un día nos enamoramos y nos comprometimos. Preparamos todo y ¡adelante! Salimos juntos a recorrer esta aventura como salió el hombre de la parábola (Lc 10, 25-37). Por el camino unos bandidos nos asaltaron, nos apalearon y nos dejaron heridos y tirados en el suelo. Llegó un sacerdote y pasó de largo, llegó un letrado y dio un rodeo, pero un samaritano se paró, nos curó y nos llevó a la posada.

Podríamos describir que los bandidos de la parábola son como algunos aspectos externos que nos rodean: enfermedad, paro, contratiempos…; y también pueden ser aspectos internos: dureza de corazón, rigidez, argumentos, celos, reproches, cansancio, pesimismo… El buen samaritano es Cristo en nuestras vidas, que nos enseña el camino de la ternura. Y el mensaje final, para nosotros, es: “Ahora haz tú lo mismo”. Primero con tu cónyuge, después con tus hijos y con todos los que te encuentres en la vida.

Sin embargo, es importante saber que la ternura no es algo que tengamos nosotros por naturaleza. Es un aprendizaje en el amor, es la madurez del amor.


Tres formas de crecer en ternura

  • Cultivar el sentido del humor. No hablamos de la ironía ni del sarcasmo que ridiculiza o desprecia al otro. El humor posibilita una mirada nueva sobre el otro. La familia que posee sentido del humor tiene un tesoro muy valioso.
  • Ver siempre el lado bueno. Valorar la parte positiva de aquello que a veces nos saca de quicio del otro. No se trata de justificar el mal, sino de mirarlo desde otra perspectiva. Una persona terca, seguramente sea exasperante en muchos momentos, pero perseguirá sus objetivos en la vida y eso tiene una parte buena. Una persona tranquila a veces desespera hasta la exasperación en su tranquilidad, pero aportará calma a situaciones complicadas. Una persona que cambia de planes con facilidad puede que nos vuelva locos, pero seguramente conseguirá improvisar en los momentos en que esto sea necesario.
  • No “tirar la toalla”. Tener conciencia de las propias fragilidades, afrontarlas. Fracasar una y otra vez, perdonarse por ello y volver, una y otra vez, al camino de intentarlo de nuevo. Aceptar y amar este proceso nos prepara para la ternura..


La Palabra nos sugiere algunos pasos que debemos dar...

  1. Recibir a mi cónyuge es el primer paso para acogerlo. Si no estoy abierto a recibir, no podré acoger. Para eso es necesario crear un clima de confianza. “No te acerques aquí; quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás parado es tierra santa” (Éx 3, 5). Cuando en la vida común aflora lo personal de cada uno, aquello que se ha compartido y aquello que no ha salido del todo a la luz, se comienza a ver las fragilidades, las actitudes, las heridas y, a veces, los silencios. Es necesario entonces pararnos ante nuestro cónyuge (“no te acerques aquí”), exponernos uno al otro desde la verdad (“quítate las sandalias de los pies”), sabiendo que es necesaria la máxima ternura (“porque el lugar donde estás parado es tierra santa”).
  2. El Espíritu Santo nos ayuda a renovar nuestro vínculo, nuestro deseo, nuestra vocación, nuestra mirada, nuestro amor primero: “Las aguas torrenciales no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo” (Cant 8, 7). No basta simplemente con no juzgar; se trata de que el otro se sienta amado tal y como es, para que pueda mostrarse como es. “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí” (Cant 6, 3).
  3. “Iré a la casa de mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra Dios y contra ti” (Lc 15,15). Tomar la actitud del pobre, del necesitado, del que ha malgastado su fortuna, reconociendo necesitar la mirada de mi esposo, de mi esposa que me acoge como vengo, como estoy, como soy... y la de Dios que siempre es Padre, que siempre perdona, que siempre alienta y que me pone nuevamente el anillo de hijo.


Algún compromiso concreto acordado entre los dos...

Cada día, 5 minutos para la ternura entre nosotros y con Dios:

  • Mirarse a los ojos y preguntar: ¿Cómo estás? Y escuchar la respuesta con paz en el corazón.
  • Rezar al menos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria, si es posible de la mano.

Cada semana, un tiempo entre nosotros y con Dios:

  • Buscar un tiempo para estar juntos, mínimo una hora. El objetivo es crear un clima de acogida, donde nos detengamos en la acogida al otro.
  • ¿Qué necesita el otro?
  • Ser capaces de salir de nuestros bloqueos, nuestros muros y expresar nuestros malestares o contratiempos de la semana.
  • Tiempo de llenarnos de Dios: oración juntos, rosario, Eucaristía... Hacernos más conscientes de que Dios desciende a nuestra vida cotidiana.

Cada quincena o cada mes, de manera especial aprovechando las celebraciones familiares:

  • Tiempo para toda la familia: una comida especial, una tarde de diversión, de juegos de mesa, una película juntos, un tiempo de escucharnos todos.


Ejercicios para realizar en familia:

  1. Pronunciamos la palabra escuchar. ¿En nuestra casa nos escuchamos unos a otros? ¿En qué momentos hay sensación de prisa y de no tener tiempo unos para otros? Después de escucharnos todos, nos ponemos una nota sobre el verbo escuchar y la ponemos en la nevera. A continuación, hablamos de qué podemos hacer para mejorar esa nota.
  2. Este ejercicio lo repetiremos con la palabra ayudar. ¿En nuestra casa nos ayudamos unos a otros? ¿Alguien siente que está demasiado cargado de responsabilidades y que necesita ayuda?
  3. Y con la palabra comprender. ¿Antes de juzgar a los demás, nos ponemos en su situación para tratar de entender sus actos?


Montse y Javier - Comunidade Caná
 

 


Educar con Don Bosco y Dios Padre, la dieta keto, los hijos, las hormigas, las lagartijas y demás parientes...

Si nos os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los cielos. Don Bosco dedicó su vida a niños y jóvenes. Sabía muy bien que estando cerca de ellos y a su servicio, estaba en compañía de Dios. Dios es siempre joven y para Dios somos siempre jóvenes, porque no dejamos de ser inexpertos y equivocarnos; estamos siempre en construcción... El buen Padre Dios no deja nunca de tener paciencia y esperanza con nosotros.

En la película de Don Bosco -que podéis buscar aquí-, se narra cómo el santo quedó marcado por una predicación misionera que decía: no perdáis tiempo en ser amigos de Dios, porque os pueden faltar las fuerzas, el tiempo o la voluntad. Buscadle mientras se deja encontrar (Isaías 55, 6).

Don Bosco nos dejó un tesoro en forma de epístola, que resuena con la misma fuerza hoy que cuando fue escrita (Tomo del Oficio de lectura):

“Si de verdad buscamos la auténtica felicidad de nuestros alumnos y queremos inducirlos al cumplimiento de sus obligaciones, conviene, ante todo, que nunca olvidéis que hacéis las veces de padres de nuestros amados jóvenes”.

“Es más fácil enojarse que aguantar; amenazar al niño que persuadirlo; añadiré incluso que, para nuestra impaciencia y soberbia, resulta más cómodo castigar a los rebeldes que corregirlos, soportándoos con firmeza y suavidad a la vez".  “Guardaos de que nadie pueda pensar que os dejáis llevar por los arranques de vuestro espíritu. Es difícil, al castigar, conservar la debida moderación…”

Cuánta paciencia ha tenido Dios conmigo y cuántas veces he perdido los nervios con mis hijos y mis alumnos. La comparativa sale que Dios ha tenido mucha más misericordia conmigo que la que yo he tenido yo con ellos.

La tarea de educar no es otra que acompañar a alguien para el Cielo, viviendo ya aquí esa realidad. Padres y maestros no podemos perder esta perspectiva, lo demás es dieta Keto (Queé tontico estás) y cazar vientos, y vanidad de vanidades lo dice el libro de Qohélet o Eclesiastés.

Vivimos rodeados de dietas y consejos para cuidar la salud y vivir eternamente. Hay un chiste de un matrimonio que pasó toda su vida sacrificándose sin comer algo que les gustaba mucho: el jamón (todo para cuidar su salud) y fue lo primero que encontraron en el Cielo. El alimento que más necesitamos, nosotros y nuestros hijos, es la Palabra de Dios. He encontrado unas metáforas para proponer a nuestras familias este mes.... ¡Don Bosco seguro que disfrutaría!

Una PROPUESTA silvestre para educar:

Inspirados en el libro de Proverbios 30:24, propongamos a nuestras familias una aventura espiritual. Observemos la sabiduría de la Creación en cuatro seres pequeños , nuestros sabios canijos entenderán lo importante de estos bichos:

1. La hormiga: Laboriosa y previsora, nos enseña a construir el futuro con paciencia y constancia.

2. El tejón: Resiliente y tenaz, nos muestra cómo superar obstáculos con determinación, y horadar en los terrenos más duros

3. La langosta: En su marcha coordinada, nos recuerda la fuerza de una comunidad unida por la ley de Dios.

4. La lagartija: Ágil y adaptable, nos inspira a movernos con gracia en todos los ambientes, como verdaderos hijos de Dios.

 

DINÁMICA

1. Busca fotos de estos cuatro pequeños seres que Dios ha creado.

2. Propón cada semana uno, para ver qué nos enseñan a nuestra vida.

3. Buscad estos animales en el Libro de Proverbios para ver su sentido.

4. Podemos buscar otros animales en la Biblia y disfrutar de la Creación, siendo una excusa para vivir acompañados de la Palabra de Dios, la mejor dieta Kéli ("Ké listo eres"), que nutre nuestra alma y nos hace sabios.

Vivamos cada semana del mes de febrero con un bicho y hagamos la competencia al Año Chino, que nos trae una serpiente de madera (del chino tenía que ser); nosotros la tenemos de bronce y nos recuerda que el pecado ha sido vencido por Cristo.. Que nuestros hogares se llenen de la sabiduría de lo pequeño y la grandeza del Amor divino. ¡Y no olvides salir con la familia a ver bichos en primavera!

Por último, hay un libro titulado de “Todo lo pequeñito” que han publicado nuestros hermanos José María y Sofía para apoyar el Proyecto Nazareth en defensa de la Vida: https://editorialbenditamaria.com/tienda/de-todo-lo-pequenito/

Fernando de Susana - Familia Caná

 

    La Iglesia Católica celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del 18 al 25 de enero de 2025 con el lema «¿Crees esto?» (Jn 11, 26).    

   Esta SEMANA por la UNIDAD se celebra entre la festividad de la confesión de San Pedro y la de la conversión de San Pablo. Se nos invita a los cristianos y cristianas a evocar la oración de Jesús para sus discípulos: «Que todos sean uno para que el mundo crea» (Jn 17, 21). Los corazones se conmueven y los cristianos se reúnen para orar por su unidad. Las congregaciones y parroquias de todo el mundo organizan intercambios de predicadores o celebraciones y cultos ecuménicos especiales. 

   En Comunidade Caná oramos y trabajamos por la unidad de todos los que hemos aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestras vidas.


"Tres días después de que Jesús se encontrara con sus primeros discípulos, hubo una boda en Caná de Galilea. María, la Madre de Jesús, había sido invitada y también Jesús y discípulos. En aquella época, las fiestas de boda duraban casi una semana y eran muchos los invitados. Cuando estaban en mitad de la fiesta, se acabó el vino y entonces María, que se había dado cuenta enseguida, se acercó a Jesús y le dijo: «No tienen vino». Jesús le contestó: «Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Todavía no ha llegado mi hora». María fue a hablar con los criados y les dijo: «Haced lo que Él os diga».

Había allí seis tinajas de piedra que se utilizaban para limpiar y lavarse. Jesús les dijo a los sirvientes: «Llenad las tinajas de agua». Y los criados las llenaron hasta arriba. Entonces Jesús añadió: «Sacad ahora un poco y llevárselo a vuestro jefe». Cuando éste degustó el vino nuevo, llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo sirve al principio el mejor vino y cuando los invitados ya han bebido bastante, se saca el vino de peor calidad. Tú, sin embargo, has reservado el vino mejor para el final». Éste fue el primer signo que realizó Jesús. Sus discípulos se dieron cuenta de quién era y creyeron en Él" (Jn 2, 1-12).

Este pasaje del Evangelio es un gran tesoro del que podemos sacar fruto en cualquier situación de nuestra vida matrimonial y familiar... Vosotros, esposos, sois los esposos de aquella boda. Ahora, después de algunos años, sabéis lo que quiere decir de verdad "no tenemos vino". Recordad que Jesús responde siempre a una necesidad.

Si estáis hambrientos, sedientos, angustiados, inquietos, insatisfechos, buscando... entonces Jesús llegará a vuestros corazones, porque a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Los esposos somos -también- los sirvientes

Dentro de la vida familiar, somos siervos los unos de los otros. Siervo tiene que ser el esposo para la esposa y la esposa para el esposo. Siervos los dos de nuestros hijos.  Nuestra actitud debe ser como la de los sirvientes del pasaje, cuando María les dijo: "Haced lo que Él os diga".

¿Estáis poniendo vuestras tinajas, vuestra agua bajo la acción del Espíritu Santo o vivís  frustrados y desgastados,  haciendo y haciendo sin ver fruto? La Madre de Jesús se da cuenta de que hay dificultades: No tienen vino. Estas palabras de María son signo de lo que ha de venir en todo matrimonio a medida que pasan los años. Hay un momento en que falta el vino, la ilusión, la esperanza. María, la Madre, se anticipa. Se lo dijo ya a su hijo Jesús; ya le habló de vuestra falta de vino. Y después le dice a los sirvientes: Haced lo que Él os diga.
Ahora, pasada la boda, pasados los años, somos el esposo servidor de la esposa y la esposa servidora del esposo. Ante la falta de vino, se nos pide: llenad las tinajas de agua, ofreceos plenamente el uno al otro, no dejéis la tinaja a medias; entregaos vuestra agua, vuestra vida; daos totalmente en alma y cuerpo.

Somos nosotros los sirvientes que hemos de llenar las tinajas de agua. Después... se realiza el milagro y el agua se transforma en vino. Nuestro esfuerzo es bendecido, es tocado por Dios. El mandato es importante: ¡llenad las tinajas! No las dejéis a medias, no os conforméis con amar un poco, con dar a medias, con pasar la cuenta de lo que ponéis el uno y la otra.

Hagamos memoria:  "El amor es paciente, es servicial. El amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe, no es egoísta, no se irrita, no toma en cuenta el mal. No se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. todo lo espera. Todo lo soporta" (1Cor 13 4-7). Esta es la calidad del amor que viene de Dios. El amor al que hemos de aspirar. Agua, humanidad, imperfección... puestas bajo la acción del Espíritu Santo, se transforman en vida sobrenatural, en amor divino, en vino de primera calidad.

¡Daos totalmente como esposos, como padres!

Y entonces, en medio de limitaciones y pobrezas, Jesús bendice el agua y se produce el milagro: un vino mucho mejor que el de antes y más abundante. Con Jesús y María no os faltará el vino. Siempre que os sintáis faltos de algo, llenad vuestras tinajas. Y el segundo vino será mejor y más abundante que el primero: "Yo he venido para que tengan vida y vida abundante" (Jn 10, 10).

Jesús y María están presentes en cada una de nuestras familias. Son los que van a realizar el milagro de convertir nuestra agua en vino; nuestra sed, nuestra hambre, nuestra angustia, nuestra duda, nuestros desatinos... No desaprovechemos la oportunidad de pedir con un corazón sencillo y humilde. Jesús y María quieren bendecir también a los invitados, a todos los que se acercan a nosotros... Empezando por nuestros hijos y continuando por otros familiares, amigos, etc.

Señor, ¡aumenta nuestra fe! Nosotros solo podemos aportar nuestra pobreza, nuestra agua. Si confiamos en Ti, en nuestra familia se producirá el milagro que esperamos y podremos comenzar a vivir la plenitud del Amor.

Montse y Javier - Comunidade Caná

       "Yo soy el Pan de Vida. El que venga a Mí, no tendrá hambre; el que crea en Mí, no tendrá nunca sed" (Jn 6, 35)

     La Adoración Eucarística deja huella. Hay consecuencias indudables para la salud física, síquica y espiritual de quienes se ponen ante Jesús Eucaristía: la fuerza curativa más poderosa que hay sobre la Tierra. Decenas de miles de personas testimonian liberaciones, sanaciones, solución de problemas entre las parejas, sanación del corazón, liberación de ideas suicidas, sanciones físicas de toda índole...

    Yo he sido sanado por Jesús Eucaristía. ¡Doy testimonio de ello! Con treinta años y nuestros dos primeros hijos -Martiño y Lucía- todavía pequeños, comencé a padecer fuertes dolores lumbares, calambres... cada vez más frecuentes y paralizantes. El médico decidió hacerme distintas pruebas que descubrieron una lesión importante en la cuarta vértebra lumbar. Esta dolencia me afectaba bastante en mi trabajo cotidiano, en casa, en el colegio -como maestro de música- y en mi acción pastoral y evangelizadora.

   A principios de la década de los noventa -aún no había nacido Olalla, nuestra tercera hija-, la Comunidad me envió a una Asamblea de la RCC que se celebraba en Cataluña, más concretamente en Badalona. En ella predicaba Emiliano Tardiff. En la Eucaristía, después de la Comunión, el P. Tardiff comenzó a anunciar la sanación que Jesús Eucaristía realizaba en el cuerpo y en el alma de muchos de los participantes... En un momento dijo: «Hay aquí un hombre que se ha entregado sinceramente al Señor. Tiene fuertes dolores en la espalda que lo limitan cada vez más: Jesús Eucaristía te sana ahora para que, en adelante, puedas servirle con toda libertad».

     Supe, en seguida, que aquel hombre era yo. Creí firmemente que Jesús me sanaba. Desde entonces -sin haber pasado por el quirófano ni seguir ningún tratamiento especial- no he vuelto a padecer de la espalda y, efectivamente, he servido al Señor con libertad (2Cor 3, 17) y profunda alegría durante más de treinta años, dándole toda la gloria por las maravillas que hace en medio de su pueblo. ¡Jesús está vivo y actúa con poder!

     La Presencia Eucarística es como un Sol espiritual, que simplemente está ahí y por el cual podemos dejarnos iluminar y calentar.  Es un acto de fe el presentarse ante Jesús, ya sea en la Adoración o en la Eucaristía. Ponernos en su presencia abriendo el corazón; no la cabeza que razona la presencia, sino el corazón. Si entramos con el corazón, tenemos la experiencia de la paz y del amor que viene del Santísimo. Esta Adoración me ayuda no sólo a mí de una manera personal, sino que abre dones para la evangelización. La Adoración al Santísimo Sacramento es la urgente necesidad de nuestro tiempo para salvar a las personas: ¡Vete y preséntate a Jesús, adóralo, entrégale todas tus dudas y deja que él intervenga!

     Ante Jesús Eucaristía, la gente siente paz; pero también ve su luz. Porque Él expulsa las tinieblas. Si leemos la primera carta de San Juan, vemos que la sola presencia del Verbo -que se hace carne- expulsa las tinieblas. Y si creo que Jesús está ahí presente en la hostia consagrada, que es verdaderamente su Cuerpo, el mismo Cristo expulsa las tinieblas, ¡mis tinieblas! 

      Las personas solemos estar heridas en nuestro interior, porque no hemos recibido el suficiente amor o hemos experimentado un abuso de nuestro amor. Así surgen graves deficiencias en el alma y muchos trastornos afectivos... Abramos todo esto a la fuerza sanadora del Santísimo Sacramento, entregándoselo al Señor, invocando el nombre de Jesús en el silencio. De esta manera, podemos abarcar incluso aquellos campos inconscientes de nuestra alma, pidiéndole al Señor que sane las heridas interiores y disuelva las barreras que han resultado en nuestro interior a consecuencia de ellas; incluso heridas inconscientes, cuyos efectos sentimos, aunque no sabemos cómo se produjeron. La sanación de las heridas interiores no es un asunto insignificante, porque a menudo estas heridas nos bloquean en la relación con Dios, con las personas y con nosotros mismos. Pongamos nuestras cargas ante el Señor y, con el paso del tiempo, notaremos que allí -en el Santísimo- nos encontramos con un amor que está todo para nosotros y nos envuelve sin cesar.

      Ante la Eucaristía resuenan y se actualizan de forma especial estas palabras del Señor: “Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 28-29).

Javier de Montse  ·  www.comunidadecana.org 


  • Desde hace tres años, cristianos de diferentes denominaciones, comunidades y movimientos nos reunimos para alabar, proclamar la Palabra e interceder por nuestra sociedad, juntos. Y aprovechamos para hacer fiesta, compartir, charlar y conocernos cada vez más. 
  • Ven a conocer a otros cristianos de diferentes realidades, iglesias y movimientos que aman a Cristo. Aprenderás a respetar la riqueza de la diversidad y celebrar lo que tenemos en común como un solo pueblo de Dios... 


      Jesús el Señor -que nos conoce y sabe cuánto le amamos- quiere hablarnos al corazón, derramar gracias abundantes en nuestro matrimonio y llenarnos de Espíritu Santo para avivar los dones y carismas que ha puesto en nosotros, para que perseveremos en su llamada al SERVICIO de las FAMILIAS que nos ha encomendado....

    Dios viene a poner en nosotros 👫 las certezas que nos construyen: mirar al horizonte que estamos llamados a vivir como Iglesias domésticas que somos y no caminar solas sino con otras familias. 

     ¡Es Jesús el Señor quien nos llama ahora a nuestro Retiro anual de Servidores!