Comunidade Caná

Comunidad Católica de Alianza integrada por familias en el seno de la Renovación Carismática


“Los sin respuesta”  versus  “Cristo es nuestra Esperanza”
Gran partido que se celebrará del 14 al 17 de agosto, en Jesús (Tortosa)

La primera parte de este título hace referencia a una pintada que se divisa en unos bloques de una autovía, y que me ha dado mucho que pensar durante estos días de vacaciones. Son días de escuchar y contemplar: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Escuchadle” (Mateo 17:5; Marcos 9:7).

Estoy seguro de que los jóvenes que regresan de su Jubileo traen consigo respuestas a muchas preguntas, tras haber tenido ese tiempo de “estar en lo alto del monte”, para encontrar y encontrarse con Aquel que nos amó primero. “Esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con Él en la montaña sagrada” ( Mateo 17:5).

Conviene preguntarse: ¿Estamos educando a nuestros hijos  en modales, maneras y ” competencias”, o les ayudamos —asistidos por Dios— a descubrir la Respuesta y sentido de la vida, que nunca se impone, la que sólo Él regala como don?

En un mundo repleto de preocupaciones y problemas, donde cada día nos vamos desgastando, es sutil la tentación de “nadar y nadar”, enredados en las continuas urgencias diarias y los problemas cotidianos, sin dar repuestas a los temas no urgentes pero sí realmente importantes: ¿qué hago aquí? ¿a dónde voy? ¿para qué y para quién vivo?

El verano, es tiempo propicio para crecer en confianza y esperanza, sabiendo que sí hay respuestas. También hay dificultades: el descanso trae sus propias tensiones—organizar el tiempo, encontrarse con amigos y familia. No se trata solo de “descansar”, sino de mirar, ver y escuchar la rutina diaria de otra manera. Chesterton afirma que el verano no es evasión del deber, sino el tiempo de abrazar la vida con una mirada renovada: observar a los niños en la playa y maravillarse ante el gozo de cavar una y otra vez ese hoyo en la arena, que se llena y vacía al ritmo de las olas.

Dios quiere colmar a su Pueblo con la fuerza del Espíritu Santo para dar respuesta: Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6). Pero este camino no lo recorremos solos, hemos de ir con otros. Por eso, es tiempo de las familias con respuestas. En cada lugar y familia se dan circunstancias distintas de combate espiritual. Todos experimentamos la debilidad, y es el Espíritu quien viene a enseñarnos a orar, a creer, a esperar y a amar (Romanos 8:26; Gálatas 5:16; Romanos 15:13). Él nos da la luz para comprender que nuestro modelo de vida es Cristo.

El Espíritu también nos impulsa a responder a un mundo que ofrece respuestas nihilistas, “espiritualistas” y de la “new age”. Estos días en reuniones con amigos y familiares, surgen conversaciones sobre creencias y experiencias “religiosas”. Nos vemos como Pablo en el Areópago, hablamos del “Cielo”, y muchos muestran interés por experiencias cercanas a la muerte, “casualidades”, apariciones y fenómenos “espirituales”, budismo, yoga,  energías... Sin embargo, al hablar de Jesucristo, el interés se desvanece: es alguien demasiado real y encarnado, que interpela nuestra manera de vivir. Preferimos quedarnos en nuestras elucubraciones. Jesús no interesa, y la Iglesia menos aún, por su historia imperfecta y su “poca actualización”. 

No nos desanimemos, Dios tiene un tiempo para cada uno; a nosotros nos regala la Fe y la Esperanza para interceder por todos los que encontramos. A veces las personas estamos “dormidas” o “anestesiadas con enganches”, otras sufrimos y el dolor nos pone una venda. La familia de los hijos de Dios está llamada a testimoniar que Jesús es la respuesta y camina con nosotros. El testimonio supone hablar y actuar hasta donde podamos. Solo Dios da vida, camino, amor, y nosotros frágiles vasijas de barro somos meros instrumentos para dar respuesta de en Cristo muerto y resucitado está la clave humana.

Sólo es posible esto por el Espíritu Santo, que nos otorga la dulzura y la humildad de Cristo.

La DINÁMICA es rezar, personal y familiarmente:

1. Al comenzar el día: en la playa, en lo alto de un monte, o en el “Tabor” del descanso. Que no falte una oración inspirada para ser testigos de esperanza en un mundo a veces sin respuestas.

2. Escribe tu oración y déjala por algún rincón de la casa.

3. Escribe tu oración,  si te atreves déjala en algún rincón de la playa o en la montaña  entre las rocas.


Oración a María Auxiliadora:

¡Oh clementísima Reina y Auxiliadora de los cristianos! Con las más ardientes súplicas vengo a pedirte la gracia que necesito… y me concedas, además, la santa dulzura, que es el ropaje de la humildad y la virtud predilecta del Sacratísimo Corazón de Jesús. Débil y orgulloso como soy, jamás podría revestir mi alma con ese encantador ropaje sin tu misericordia. Ayúdame a ser cortés en el trato, dulce en el sentir y en el hablar, bueno con todos, y especialmente con aquel que se muestre frío y maligno, para procurar complacerte a ti y a tu dulcísimo Jesús. Amén.

Oración de S. Francisco de Sales


Oración de la mañana:

Señor, en el silencio de este día que nace, vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.
Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor.
Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno.
Ver a tus hijos más allá de las apariencias, como tú mismo los ves, y así poder apreciar la bondad de cada uno.
Cierra mis oídos a toda murmuración.
Guarda mi lengua de toda maledicencia.
Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mí.
Quiero ser tan bienintencionado y bueno que todos los que se acerquen a mí sientan tu presencia.
Revísteme de tu bondad, Señor, y haz que en este día yo te refleje. Amén.

Oración atribuida a Teilhard de Chardin
Fernando de Susana - Familia Caná

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Este escrito recoge ecos de las lecturas bíblicas de los primeros días de agosto y de autores que me acompañan espiritualmente entre otros : Raniero Cantalamessa: “ La Fe que vence al Mundo”, Jacques Philippe: “ La confianza en Dios”,  J.L Martín Descalzo: “ Razones desde la otra orilla”, Fabio Rossini: "El arte de recomenzar” y las últimas publicaciones digitales de la primera semana de agosto de 2025 en Religión en Libertad: “Siete consejos de Chesterton para aplicar este verano”. No he citado sus palabras textualmente, sino desde la huella espiritual de esas lecturas.



Dios es de la Familia Picapiedra

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Los Picapiedra siempre me han gustado... Tengo dos amigos que son igual que ellos, aunque nunca había pensado en esta metáfora espiritual. Y, en realidad, detrás de cada historia de “héroes” siempre está el Evangelio.

Pedro y Pablo: Apóstoles Picapiedra

El Gigante de Piedra es una ultra maratón de bicicleta de montaña de 200 km con 12 puertos. La vida está llena de dificultades y de piedras en el camino... ¡Que se lo digan a Pedro y Pablo, cuya festividad celebramos el pasado 29 de junio! Los dos fueron encadenados y apaleados en numerosas ocasiones. Antes de convertirse a Dios, los dos fueron duros de roer; sólo después de su conversión pasaron a ser unos “picapiedras” por la gracia de Dios. 

El verdadero fundamento: la debilidad

“Tú eres Pedro (Kefas o Cefas en arameo), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia… (Mt 16, 18). Siempre he pensado en Pedro como alguien firme, con liderazgo; por eso Jesús lo escoge como fundamento. Esta idea me ha desviado del foco: Pedro fue un mentecato (mente captus en latín), no fue más que eso: un peso constante, una piedra de tropiezo constante. Jesús tuvo que decirle unas palabras muy duras: Apártate de mí, Satanás, porque no piensas como Dios sino como los hombres (Mt 16, 23). Finalmente, Pedro va a negar tres veces a Jesús y va a dejarle solo.  

Pedro negó a Jesús tres veces, lo abandonó en su momento más difícil y, sin embargo, fue él quien recibió la misión de ser piedra fundamental. No por su “valentía” y “fuerza” -sino a pesar de esto- que Dios le hace una nueva roca. Queda claro que es la gracia de Dios, y no la fuerza humana, la que sostiene la Iglesia.

Pablo tuvo que ser derribado tumbativamente y siempre reconoció su fragilidad: “Por eso me complazco en mis debilidades... porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2Cor 12, 10).

Dios no le quitó la espina ni la piedra en el zapato, para que quedara patente que la fuerza viene de Él; eso sí, le calzó con las botas de siete leguas dentro de su corazón para recorrer innumerables caminos por Cristo.

La gracia es la protagonista

Pedro y Pablo no fueron gigantes de piedra por sus méritos, sino porque Dios, en su sabiduría, escoge lo débil para manifestar Su Poder. Todos tenemos un corazón de piedra que necesita ser modelado por el agua viva del Espíritu. Como decía Santa Teresa en las Moradas, en nuestras fachadas de piedra solo corren sabandijas, pero es el Espíritu quien, poco a poco, va horadando y transformando nuestro interior.

Pedro y Pablo, a partir de su experiencia, se van a convertir en picapedreros de Dios: un trabajo duro y sacrificado, de mucha paciencia y a veces sin resultados visibles. Si alguna vez podéis hacerlo, parad en Alcolea del Pinar. Allí hay una casa que un hombre excavó en una roca durante 40 años. Lo hizo en sus ratos libres, después de volver de campo... Al hombre se le dio el mérito al trabajo. Yo creo que a “locos del trabajo” en la construcción, sólo le superan Justo Pastor con su catedral y Gaudí con su Sagrada Familia.

Quiero mucho al Papa (significa padre y pastor) León, pero huyo de toda “papolatría”. Sé que es Dios el que va a trabajar en el corazón del nuevo Papa. Me gusta decir ¡Viva el Papa! cuando voy a Roma; pero echo en falta que cuando sale el Papa, se diga también: ¡Viva Dios Padre, Viva Jesús, Viva el Espíritu Santo!

Dios no espera que seamos perfectos, sino disponibles para la misión... (Homilía de Benedicto XVI 15 de agosto de 2008). Dios respeta nuestra libertad, va poco a poco dejando que nuestra piedra se exponga a ser modelada. Es un proceso lento, silencioso y humilde, pero al mismo tiempo nos puede regalar grandes dones y carismas para sanar e interceder (¡Ojo! sólo a los Apóstoles para expulsar espíritus inmundos Mt10, 1). A pesar de ser piedras de tropiezo, su gracia puede hacer maravillas en nosotros. ¡Dejemos que el agua del Espíritu modele nuestro corazón y familia sobre la roca firme del Amor de Dios!

Si vas a la playa puedes hacer un corazón de arena y que las olas del mar, que son el amor de Dios, lo vayan diluyendo... como símbolo de que necesitamos un corazón derretido por Dios.


DINÁMICA familiar: “Construyendo sobre la Roca”

Materiales:

  • Piedras pequeñas (una por miembro de la familia)

  • Rotuladores o marcadores

  • Un recipiente con agua

Instrucciones:

  1. Cada miembro toma una piedra y escribe en ella una dificultad, debilidad o “peso” personal.

  2. Comparten en voz alta (si lo desean) lo que han escrito, reconociendo que todos tenemos piedras en el camino.

  3. Colocan las piedras en el recipiente con agua, simbolizando cómo el Espíritu de Dios va suavizando y transformando nuestros corazones de piedra.

Terminan leyendo juntos la cita:
“Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne” (Ez 36, 26).

 Fernando de Susana - Familia Caná

 

Lee en tu Biblia este pasaje: Juan 2,1-12.
Son las bodas de Caná, donde Jesús obró su primer milagro a petición de María, su Madre. Este pasaje es como un termómetro para nosotros, padres y madres, esposos y esposas, para ver en qué lugar nos encontramos. ¿Qué podemos encontrar para nuestra vida matrimonial y familiar?

¡Alegría!

El vino, en la Biblia, es el símbolo de la alegría y de los bienes que traería el Mesías. El  protagonista de la boda de Caná es «el vino». Todo gira en torno al vino que falta y al vino nuevo cuyo origen desconoce el maestresala. Este vino que llega por la acción de Cristo es «vino bueno», que desbanca al primero. Sobre este vino gira también la conversación de la Madre de Jesús con su Hijo: al hacerle ver que el vino de la boda se ha terminado, María está señalando una carencia grave en una boda. ¿Se trata sólo una carencia física o hay algo más?

Podríamos, a la luz de esta lectura bíblica, entresacar y hacer vida en nuestra realidad actual en qué lugar nos encontramos y cuáles son nuestras dificultades, certezas, inquietudes… ¿Tenemos el vino de la alegría en nuestra familia, en nuestro matrimonio? O, tal vez, con el paso del tiempo, los acontecimientos, la vida… nuestro vino se ha consumido o, incluso, se ha avinagrado. ¿Escuchamos de nosotros “No tienen vino”?

«Haced lo que Él os diga»

En este pasaje hay unos sirvientes pendientes de lo que ocurre y de qué hay que hacer en cada momento. En nuestra vida familiar también somos siervos unos de otros. Siervo tiene que ser el esposo de la esposa y la esposa del esposo. Siervos los dos de vuestros hijos. Servidores para que todo esté a punto, para que todo funcione. Nuestra actitud debe de ser como la de los sirvientes, cuando María les dice: “Haced lo que Él os diga”.

Jesús y María están presentes en nuestra familia. El milagro se realiza a través de sus intervenciones: convertir nuestra agua en vino; transformar nuestra sed, nuestra hambre, nuestra angustia, nuestra duda, nuestros desatinos o desaciertos. No desaprovechemos la oportunidad de pedir con un corazón sencillo y humilde: “¡No tenemos vino!”.

Los invitados son todos los que se acercan a nosotros, empezando por nuestros hijos y continuando por los familiares, parientes, amigos, vecinos. Se acercan y nuestra misión es mostrarles la alegría de vivir, la alegría de la celebración, la alegría de una profunda conversión de nuestra agua en vino nuevo.

¡Convierte, Señor, nuestra agua en vino!

Por eso, hoy, recoge en tu cántaro, el más grande que tengas, toda tu agua y preséntaselo al Señor: Convierte, Señor, nuestra agua en vino.

Del libro "Haced lo que Él os diga"

Jose Louzán, Allariz - Comunidade Caná


Desarrolla un estilo de Vida Pascual saludable y luce el tipo este verano

Hemos resucitado con Cristo y, por ello, nuestro cuerpo y alma requieren seguir entrenando para preservar intacta esta nueva criatura que Él nos ha regalado. Toda nuestra familia, en mayor o menor medida, camina hacia Galilea, renovada en la esperanza de la Pascua. Sin embargo, la exigencia es grande y, a veces, nos sentimos lejos de una vida verdaderamente resucitada: llena de sanación de heridas interiores, liberación de esclavitudes y adicciones, y la experiencia de un amor maduro y estable. Todo esto es fruto de un proceso, de un caminar paciente y perseverante... Así que, por el camino, podemos ir haciendo “barras”. Vivamos ya el presente como resucitados, cuidando ese hombre nuevo que Cristo nos ofrece, a través de prácticas concretas y cotidianas. Aquí te propongo un decálogo familiar de buena alimentación (*) para fortalecer nuestra vida en Cristo:

  1. Menos móvil y más libro
    El uso excesivo del móvil genera una gratificación instantánea  pero es una dopamina que se disipa rápido, mientras que la lectura cultiva una satisfacción duradera y profunda. “No amen el mundo ni nada de lo que hay en él... porque nada de lo que hay en el mundo -los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida- proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:15-16).

  2. Más escuchar y menos hablar
    “Queridos hermanos : Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse” (Santiago 1:19).
    En verdad os digo que el hombre dará cuenta en el día del juicio de cualquier palabra inconsiderada que haya dicho” (Mateo 12:36).

  3. Menos mirar y más ver con los ojos de Dios
    “Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos” (Salmo 19:8).
    “Pido también que os sean  iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado” (Efesios 1:18).

  4. Más heroicidad y menos "perezosidad”
    “No seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Romanos 12:11).
    “A fin de que no seáis perezosos, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas” (Hebreos 6:12).

  5. Menos grandes promesas y más cumplir pequeños compromisos
    “Cumple lo que prometas, porque es mejor que no prometas, y no que prometas y no cumplas” (Eclesiastés 5:5).
    “¡Sólo cumpliendo al Señor mis promesas en presencia de todo su pueblo!” (Salmo 116:14).

  6. Más agradecer y menos quejarse
    “Dad gracias en toda situación, porque esta es la voluntad de Dios para todos en Cristo Jesús” (1Tesalonicenses 5:18).

  7. Menos taciturnidad y más sonreír y ser amables con todos
    Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca (Filipenses 4:4-5).

  8. Más rezar, especialmente cuando menos nos apetezca
    “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
    “Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes” (Jeremías 33:3).

  9. Menos de Judas y más del Samaritano y el Cirineo
    “Pero un samaritano, que iba de camino, llegó cerca de él y, al verle, fue movido a misericordia” (Lucas 10:33).
    “Tomaron a un tal Simón de Cirene... y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús” (Lucas 23:26).

  10. La décima la pones tú...
    ¿Qué compromiso pascual añadirías para tu familia? Hazlo oración y acción.


Dinámica familiar

1. Vamos a poner un folio en blanco en la pared del comedor o cocina.

2. Vamos a escribir en rojo (+) y en azul (-) por cada penitencia que vamos “haciendo más o menos”. Es decir, que todos los signos nos irán motivando para seguir el plan de "lucir tipo de Resucitado este verano”.

                                                                                                       Fernando de Susana - Familia Caná

(*) Inspirado y tomado de un artículo del Padre Brown en Catholic Exchange (que a su vez recoge Monseñor Munilla en su programa Sexto Continente del 25 de mayo de 2025 - https://www.enticonfio.org/sexto-continente/), quien acuña el término de “penitencias pascuales”.

 


Hacer malabares en Cuaresma

La Cuaresma es un tiempo para lanzar al aire: el ayuno, la limosna y la oración. Estos tres deben estar en acción simultáneamente para que la "actuación" funcione. No se puede actuar solo con uno o dos. Además, se trata de lanzarlos hacia arriba porque van dirigidos a Dios. Mi esposa Susana, viendo a Paul Ponce, "el malabarista de Dios", comentó: "Su actuación (especialmente la de los hijos, que interactuaban entre ellos) me hace pensar en la importancia de no apropiarnos de nada, sino saber entregar (lanzar). Ese constante recibir y dar es clave". No hablamos solo de cosas materiales, sino de actos, palabras o nuestros propios sueños y deseos.

Primera maza: Limosna, la brújula que marca el Norte

La palabra "limosna" deriva de la raíz griega "éleos", que significa misericordia de Dios. La limosna tiene para nosotros un sentido peyorativo. ¿Damos limosna a nuestros hijos, nuestras esposas?  ¿O más bien se nos invita a darnos, a dar nuestra vida? Darnos sin sentirnos superiores es lo único que hace justicia a cualquier hombre.

 

Cuando te desprendes de algo, empiezas a ser dueño de ti mismo; de lo contrario, son las cosas las que te poseen. A mis alumnos, de una generación egoísta (*), les hago sacar sus botellas de agua y verter un poco en la palma de la mano para que vean plásticamente cómo se pierde cuando se cierra el puño.

Sabemos que el Señor da el ciento por uno, pero hasta que no se vive la experiencia, no cala. ¿De mi tiempo, de mis talentos, de mi economía, qué voy a lanzar arriba? Solo lo tiene que ver Dios; lo puedes lanzar como más te guste, más o menos alto, con más o menos intensidad, pero solo Dios debe verlo. Me ayuda siempre recordar Mateo 25 (Lo que hacéis con unos de estos pequeños...) y Mateo 10, 7 (Dad gratis lo que gratis habéis recibido…)

Segunda maza: La oración, el walkie-talkie

Es tiempo de lanzar nuestro grito a Dios. Cada vez que volaba una maza entre Pablo, José y Lilí, había un grito fuerte: "¡Hey!", que se coordina con el movimiento de lanzar. Con el Salmo 18, 30 gritamos: "Fiado en ti, me meto en la refriega, fiado en mi Dios, asalto la muralla".

Esto es una batalla, un combate espiritual, porque aquí no se trata de realizar ninguna acción, sino de entrar en nosotros mismos, de ser nosotros en el Corazón de Dios. Y como no sabemos orar como conviene, nuestra carne se queja hasta que, por fin, el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad y gime con sonidos inefables (Rom 8, 26).

En la oración, sentimos que perdemos el tiempo... Entonces vamos bien: hay que sentir que pierdes muchas cosas, entre ellas el tiempo, porque nada es nuestro. ¿Has perdido tiempo con los demás? Sin embargo, con Dios nunca se pierde; podemos intentar que nuestras pérdidas de tiempo con los demás sean tiempos con Dios. Recuerdo -otra vez- Mat 25, 40. 

En la oración se juega todo, porque allí se discierne qué limosna, qué ayuno y qué oración quiere Dios de ti. No te desesperes si no ves frutos. ¡Estamos en el Jubileo de la Esperanza! ¡Hay Esperanza, Francisco!  (**) 

Tercera maza: El ayuno, el mapa

El ayuno es el mapa del equipo de exploración; me indica el terreno por el que me muevo, en el que tiro las mazas. Debo moverme libre de obstáculos. Está de moda el ayuno intermitente para mejorar la salud. El ayuno también nos reporta beneficios a la salud física y espiritual, pero no se trata de definir nuestro "músculo espiritual".

Se trata de ver lo poca cosa que somos y ser más humildes, "andando en Verdad". El ayuno es uno de los primeros mandamientos que da Dios: "No comerás del árbol del conocimiento del bien y del mal" (Gén 2,17), según San Juan Crisóstomo. San Basilio dice que el auténtico ayuno no es solo privarnos de alimento, sino privarnos de pecado.

Yo personalmente me decantaría por ayunar de hacer lo que me gusta y hacer lo que quiere mi mujer o mis hijos. Lo que adelgaza muchísimo el ego (que es, al final, el quid de la cuestión) es dejar de quejarse y dejar de hablar de otros. Al menos, intentarlo y quedarnos en ocho pecados diarios, ya que el justo peca siete.

Dos requisitos finales para hacer estos malabares

  1. Hay que hacerlo todo a escondidas. Dios está escondido y nosotros debemos escondernos con él. "Entra en tu cuarto y cierra la puerta" (Mat 6, 6); "que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha" (Mat 6, 3).

  2. Hay que hacerlo todo con alegría. "Cuando ayunes, perfúmate y lávate la cara" (Mat 6, 17).

Con este equipo de mazas o equipo de exploración, como quieras llamarlo, estamos invitados a ir por territorios inexplorados de nuestra vida y la vida de nuestra alma. 

Dinámica

Está muy clara: jugar al escondite.

  1. Escribe en pañuelos de tela de malabares las palabras "limosna", "ayuno" y "oración".

  2. Esconde las palabras en casa y organiza una búsqueda.

  3. Una vez encontrados los objetos, lanza al aire la tríada y práctica la que cojas.


Fernando de Susana - Familia Caná

(*) Espero que no te hayas dejado engañar pensando que nuestra generación fue menos egoísta...

(**) El día 12 de febrero pude decir estas palabras al Papa cuando salía del Aula Pablo VI y pasaba a escasos metros.