Comienzo por recomendar un libro profundo: «El arte de recomenzar», de Fabio Rossini. Este libro nos invita a discernir y vivir siempre reconstruyendo nuestra propia existencia, pertrechados con el arte de la humildad.
No me voy a meter ahora en teologías propedéuticas, como diría Chus Villarroel. A mí lo que me urge es que comienza un nuevo curso, realmente un comienzo de año. Los judíos celebran este comienzo del año Rosh Hashaná en el mes de Tishrei (mitad de septiembre a mitad de octubre). Concretamente, en este 2023, el día 15 de septiembre se celebra el año 5784 desde el día en que Dios creó el mundo. Así que el calendario judío va más con nuestro año escolar.
Ante este comienzo de curso estamos tan desbordados de tareas, de organizar y sincronizar, que nos podemos olvidar de que «no hay nada nuevo bajo el sol» (Qo 1, 9). Andamos inquietos... y «sólo una cosa es importante» (Lc 10, 41). Nos seguimos afanando por conseguir sacar adelante nuestras cosas y casas, pero «en vano se cansan los albañiles» (Sal 126, 1).
Jesús susurra al corazón de todos: «No os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes; bástale a cada día su afán» (Mt 6, 3).
Es verdad la sabiduría del Eclesiastés: “Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer” (Ecl 1, 9). A veces podemos parecer “Sísifos”: nuestra vida está llena de inicios, despedidas y reinicios. La Buena Noticia, querida familia, es que con Jesús cada día es nuevo: «Mira, hago nuevas todas las cosas: Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin» (Ap 21, 5)
Aquí va la dinámica: se trata de construir un nuevo curso, sabiendo que siempre podemos recomenzar edificando sobre la Roca; por eso os propongo hacer una edificación con Jesús como base de la construcción.
DINÁMICA:
1. Recopilar material para hacer una construcción, con piezas que se van poniendo unas encima de otras, vasos de papel o plástico, vasitos de los yogures o flanes, bloques de madera o resina de algún juego de niños; será lo que tengamos más a mano.
2. Cogemos 5 piezas y les añadimos las letras pegadas con celo: JESÚS.
3. Al resto de piezas vamos a añadirles valores, cosas, intenciones, personas que puedan ayudarnos a construir este curso. Las escribimos en un papel. Las pegamos con celo.
4. Vamos toda la familia añadiendo una pieza poco a poco. Podemos hacerlo durante unas semanas. Cada día pondremos alguna pieza; así daremos más sentido y significado a lo que queremos construir. Si Jesús está en el centro de esta nueva etapa que comenzamos, será prioritario encontrar tiempo para rezar.
¡Feliz recomenzar! No dejéis de echarle un vistazo al libro de Fabio. Y ya sabéis, a curso nuevo... ¡libros nuevos! (Mt 9, 17).
Fernando de Susana - Comunidade Caná
2023
- Retiro Comunitario Tirán / 22-24 de septiembre.
- Encuentro Comunitario Tirán / 12-15 de octubre.
- Encuentro CHARIS Roma / 31 de octubre a 5 de noviembre.
- Encuentro Comunitario Madrid / 10-12 de noviembre.
- Encuentro Comunitario Tirán / 6-10 de diciembre.
- Encuentro Comunitario Tirán / 30 de diciembre a 1 de enero.
2024
- Retiro Servidores FF II Madrid/ 12-14 de enero.
- Encuentro Comunitario Tirán / 26-28 de enero.
- Encuentro Comunitario Madrid / 23-25 de febrero.
- Triduo Pascual / 28-31 de marzo.
- Encuentro Comunitario Tirán / 26-28 de abril.
- Encuentro Comunitario Madrid / 24-26 de mayo.
- Retiro Comunitario Tirán / 21-23 de junio.
Cada MARTES
- Encuentro Comunitario online a las 20:15.
La Comunidad acoge la singularidad de cada familia, creando unas relaciones fraternas, aprendiendo unos de otros en la oración y el compartir humano, espiritual y material, en la línea de las primeras comunidades cristianas (Hech 2). Cada familia de la Comunidad camina como Iglesia doméstica. Nuestro modelo es la Familia de Nazaret. Hacemos oración en familia al terminar el día: Rosario, Vísperas, lectura de la Biblia acorde con los tiempos litúrgicos...
Cada familia se compromete a rezar por las otras familias de la Comunidad y a mantener una comunicación cercana, tanto los adultos como los jóvenes y los niños, a visitarnos unos a otros y compartir de cerca nuestras dificultades y alegrías, luces y sombras... Es motivo constante de nuestro compartir, en primer lugar, nuestra propia vida -para crecer espiritualmente y dar mayor gloria a Dios- y, en segundo lugar, nuestro servicio a la Iglesia.
Todas las familias necesitamos un espacio de intimidad y un espacio de apertura a los otros. Es importante mantener estas distancias. Cada familia ha de ir haciendo su propio camino con el Señor: camino de amor y oración, acción y contemplación, vida familiar y vida de servicio a la Iglesia. Comunidade Caná es una comunidad de comunidades.
Propiciamos la formación cristiana de todos los miembros de la Comunidad. Una formación bíblica, doctrinal y espiritual que va encaminada a servir a la Iglesia, fundamentalmente en el campo de la familia. Se cuida de modo especial el trato con los sacerdotes.
Cuando así lo pide una familia, la Comunidad trata de potenciar, apoyar y ayudar la acción evangelizadora que está realizando en el lugar donde vive. La Comunidad va creando un estilo evangelizador propio que tiene como elementos principales la oración y el testimonio.
1. A cada uno de los asistentes a la paella de este Domingo (mis primos, mis padres, mi mujer, uno de mis hijos) les he asignado un ingrediente escrito en un papel que introduciré debajo de su plato: arroz, pollo, sal, guisantes, azafrán, agua, amor, verdura (había más ingredientes pero escogí estos suficientes para mi número de comensales).
2. A cada ingrediente le he asignado una frase bíblica. Por ejemplo, para el pollo he escogido: “El Señor levantó un viento del mar, que trajo bandadas de codornices y las arrojó junto al campamento, aleteando a un metro del suelo en un radio de una jornada de camino" (Núm 11, 31). Para el Agua: “Yo bautizo con agua pero hay otro que…” (Jn 1, 26).
3. Cada uno irá leyendo por el orden que designemos (reacción en cadena) el ingrediente que le ha tocado... Con cada cita bíblica se actúa o tiene una prueba que cantar: por ejemplo. el pollo aletea alrededor de la mesa y el agua tiene que cantar "Ooooh, hay que nacer del agua".
Es maravilloso ver cómo Dios actúa cuando utilizamos su Palabra en nuestras dinámicas familiares. Tengo que deciros que las palabras e ingredientes cayeron en cada comensal apropiado. No miré donde ponía los papeles y, cuando mi sobrina que está por bautizar recibía el ingrediente del agua, se conmovieron mis entrañas, porque esta semana. mi familia -queridos hermanos- ha tenido momentos de Pinturas Negras de Goya y me he visto en los Fusilamientos del dos de mayo. También ha habido momentos Heavy Metal... ¡Bendito sea Dios que siempre construye! Quien quiera la dinámica completa con las palabras bíblicas que utilicé, que me escriba: fersaguilar@gmail.com.
Fratelli Tutti (interesante seguir leyendo este verano) y el helado de tutifruti, junto con la paella y mis recientes avatares familiares me han inspirado a escribir esto.
Fernando de Susana - Comunidade Caná
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Qué es un MdM
Dice
S. Pablo en el capítulo 12 de su 1ª Carta a los Corintios:
"Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común... Todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad."
El mismo y único Espíritu da a algunos el don de servir a la comunidad en la música y los cantos. En función de este servicio, con los diversos carismas que el Señor regala para ello, se forma el Ministerio de Música; teniendo en cuenta más aún que el buen oído, la voz sonora y la formación musical, la sensibilidad y docilidad al Espíritu; más que la destreza técnica, la humildad, la unción y la entrega al Señor.
Como todo ministerio, el M.D.M. es un instrumento de Dios para edificar la comunidad. Por eso debe ser discernido, cuidado y pastoreado. Los hermanos y hermanas que forman un M.D.M. son personas que:
- Se han encontrado con Dios.
- Se ha convertido a Él.
- Frecuentan los Sacramentos.
- Conocen, leen y escuchan la Palabra de Dios.
- Dan testimonio con su vida, en una relación con Dios a través de la oración y en relaciones fraternas con los demás.
- Son y se sienten Iglesia, unidos a sus Pastores y en conformidad con su doctrina.
- Han sido llamadas por el Señor a servirle en este ministerio.
Todas estas condiciones son necesarias, aunque algunas -aparentemente- nada tengan que ver con la música. No es preciso, sin embargo, ser joven, tener una gran voz, saber tocar la guitarra.... Todas estas cosas, buenas o indiferentes de por sí, no cualifican necesariamente para formar parte de un M.D.M. Lo fundamental, como en toda vocación, en todo servicio al Señor, es Su llamada y mi respuesta. Como en cualquier otro ministerio, lo fundamental es la llamada del Señor y nuestra respuesta de conversión y entrega. La unción no es un elemento estético sino espiritual. No puede aprenderse en ningún conservatorio. Los que cantamos y tocamos para el Señor, debemos -primero- escucharlo mucho, adorarlo y vivir en humildad.
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3 rasgos de un MdM
Vamos a señalar tres rasgos fundamentales de un Ministerio de Música:
1) Lo primero es que cada uno de los que
formamos el Ministerio de Música hemos de amar más a Dios y a su Palabra que a
la música. La música es sierva de la Palabra, no señora. La música tiene, pues, su papel importante en toda celebración litúrgica o en cualquier reunión de
oración; pero no debemos olvidar qué es lo esencial en una reunión de
cristianos: "La enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la
fracción del pan y las oraciones" (Hch 2, 42). La música es servidora:
servidora de la Palabra, de la oración, de la comunión... No la dejemos usurpar
un lugar que no le corresponde. Estemos atentos para rechazar toda idolatría:
la música es canal, no fuente.
Una imagen nos ayuda a visualizar esta
verdad. Imaginemos una casa grande, con muchas estancias. La sierva va con
ropaje adecuado a sus trabajos, la señora va con otro tipo de vestidos. Las
distinguimos perfectamente. Es la señora la que marca, señala, indica, da
instrucciones; y la sierva está pendiente de esas indicaciones y es diligente
para cumplirlas. Así la música, como sierva de la Palabra de Dios, siendo fiel
a ella, se convierte en una colaboradora por excelencia pues imprime a la
Palabra fuerza y consolida su acción en nuestros corazones. Por eso el músico
cristiano se pone a disposición del acto que se va a celebrar, sea una
Eucaristía, una Adoración, un Grupo de Oración, un Acto Penitencial... y se
somete a las indicaciones eclesiales o a las propias de la Asamblea para servir
a la Comunidad. De este modo, la música brilla porque resalta, da unción, hace
vibrar, eleva hacia Dios.
Todas las habilidades de un siervo no están
en función de sí mismo, sino para servir a los demás. Así, la música sirve
animando los corazones de los fieles, fortaleciendo la fe, la esperanza y el
amor. No es ella en sí misma la protagonista. Para San Agustín, "si
queremos dar gloria a Dios, necesitamos ser nosotros mismos los que cantamos,
no sea que nuestra vida tenga que atestiguar contra nuestra lengua. Sólo se
puede cantar a Dios con el corazón cuando nos hemos rendido a El, esto es, que
hemos aceptado su plan de salvación y buscamos su voluntad, tomando en serio su
Palabra, cuando lo amamos. Bien se dice que el cantar es propio del que ama;
pues la voz del que canta no ha de ser otra que el fervor de Amor".
2) El segundo rasgo fundamental para todo
Ministerio de Música es cantar y tocar con el corazón entregado a Dios. Cantar
en el Espíritu es cantar más con el corazón que con la voz. Es expresar el amor
de Dios que "ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos ha sido dado". Es un canto nuevo que surge de hombres y mujeres
nuevos, renovados por el poder de la Sangre de Jesús, por el poder
de su muerte y resurrección.
Cantar y tocar para el Señor de este modo
supone ser dóciles al Espíritu Santo, entregando a Dios todo el corazón,
aceptando vivir y actuar en el Señorío de Cristo. John Wesley resumía en
cuatro reglas sus indicaciones en relación a este don del canto (Obras
completas de John Wesley, vol. 14, pág 346):
1.
Que todos canten.
2.
Cantad alegremente y con ánimo.
3.
Cantad humildemente, para cantar unidos y en armonía.
4.
Cantad espiritualmente. Dirigid vuestra mirada a Dios en cada una de las
palabras que cantéis. Procurad agradar a Dios más que a vosotros mismos o que a
cualquier otra criatura. Para ello, centraos sólo en lo que estáis cantando y
velad para que vuestros corazones no se aparten de Él a causa de la música,
sino que a través de ella sean ofrecidos a Dios. ¡Éste es el canto que el Señor
aprueba!
Este último punto sintetizaría también
toda la doctrina de los Padres de la Iglesia: cantar con el corazón, ésta es la
actitud fundamental para cantar al Señor. El canto es algo consagrado a Dios.
Podemos -a menudo lo hacemos- profanar un canto. ¿Cómo? Cantando al Señor por
el simple placer de cantar, por desahogarnos, cantando mecánicamente, sin
pensar en la letra... es decir, cantando un canto a Dios como un canto profano.
Algunas personas incluso, son capaces de charlar con las de al lado mientras la
asamblea canta. ¿Se atreverían a hacerlo cuando alguien está orando?. Los
cantos son oraciones cantadas, palabras realzadas por una melodía. A fuerza de
cantarlos muchas veces pueden perder poco a poco su significado. Por eso es
bueno, en ocasiones, no cantar: escuchar e interiorizar el texto en silencio,
revivirlo.
Podemos comparar nuestro servicio al
Señor a través de la música, nuestro ministerio, con un puente...
- Un buen puente: Sería un medio de unión, de
acercamiento y de comunicación de Dios al hombre y del hombre a Dios. Cuando un
puente funciona como debe, los pasos del hombre son más seguros. Cuando un
ministerio de música funciona bien, la asamblea camina con más seguridad.
- Un mal puente: Es el caso del hombre que
construye su casa (servicio) sobre arena (Lc 6, 48-49). Este servicio se torna
débil e incluso peligroso. El ministerio no proyecta a Dios: se proyecta a sí
mismo. El pueblo no llega a Dios tan fácilmente, se queda en el puente, porque
le faltan piezas tan fundamentales como humildad, sometimiento, discernimiento,
oración, vida sacramental, vida eclesial...
- No hay puente (no hay ministerio): El hombre
sí puede entrar en comunicación con Dios sin la ayuda de la música y del canto,
pero el camino de la asamblea es más laborioso y difícil al no utilizar este
puente tan accesible.
3) Y el tercer rasgo fundamental de un
Ministerio de Música es que la música y el canto son para la unidad del Cuerpo
de Cristo. "El canto que los cristianos elevan para expresar su fe en el
Señor todos han de comprenderlo, sentirlo y ser capaces de aprenderlo,
identificándose con él. El canto se convierte en símbolo de la Iglesia porque
todos participan en él y este símbolo de unidad debe cuidarse prioritariamente
a otras cosas. Si se convierte en motivo de la más sutil división, puede perder
su fuerza como testimonio de fe y de amor" (S. Juan Crisóstomo).
El Señor nos ha hecho
"colaboradores suyos" (1Cor 3, 9). Como dice Monseñor Uribe
Jaramillo, "Dios salva en la Iglesia y por la Iglesia. Como instrumentos
que somos, tenemos que aportar algo; en la medida que nos capacitemos, mayor
será nuestra colaboración con Dios. Esto nos debe servir para recibir los
carismas con gratitud, pero también para ver cómo respondemos con el fin de que
crezca su eficacia en nosotros... El plan de Dios es que todo crezca en
nosotros. Cuando termina el crecimiento, empieza a obrar la muerte. También lo
carismas deben crecer mediante nuestra colaboración. Un carisma es siempre
perfecto en sí, pero su mayor o menor manifestación depende de nuestra
correspondencia".
El don supremo es el amor. Y todo don es para la unidad del Cuerpo de Cristo. Todo ha de ser para su edificación. La música y el canto, o son servidores y constructores de la unidad... o no son nada.
Javier de Montse - Comunidade Caná / El Espíritu Santo en clave de sol
Querida familia, ¿te sientes sola en el camino? ¿Sientes desesperanza, tristeza, agobio por lo que sucede a tu alrededor? ¡¡Tenemos una GRAN NOTICIA!!
Nuestro XXIII Encuentro de Verano de Familias Invencibles se celebrará del 13 al 16 de agosto en Guadarrama (Madrid). Comienza el Domingo por la tarde y finaliza el miércoles con la comida. Será un Encuentro con muchas familias de toda España, donde grandes y pequeños, padres e hijos, nos llenaremos de la alegría del Señor y viviremos la fe en comunidad, será un momento para conocer otras familias con las que compartir la fe y estrechar lazos de amistad cristiana, sentirnos acogidos, acompañados, arropados por el amor de Dios. El lema para este encuentro es "Cree en el Señor Jesús, y te salvarás tú y tu familia".
El Señor nos conoce bien, conoce cada una de nuestras familias, sabe cuáles son nuestras preocupaciones, dificultades, sufrimientos, y quiere transformarnos, quiere que vivamos llenos de alegría, llenos de entusiasmo ante las pruebas que nos toca vivir. Basta que creamos en Él y le abramos verdaderamente nuestro corazón para que vivamos llenos de gozo, esperanza y deseos de anunciar el Evangelio. Esta forma de vida, asombrará y contagiará a nuestra familia y a los que viven a nuestro alrededor, y así todos juntos nos salvaremos.
¡¡Ven con tu familia... y verás!!
Además del canto expresado por nuestros labios, existe un cántico interior que resuena en lo profundo del corazón humano. "Sin voz también es posible cantar, con tal de que resuene interiormente el espíritu. Pues cantamos no para los hombres sino para Dios, que puede escuchar nuestros corazones y penetrar en la intimidad de nuestra alma" (S. Juan Crisóstomo). El cántico interior no está en oposición con el canto vocal; al contrario, es el alma y el verdadero contenido de éste. "¡Alabemos al Señor nuestro Dios no solamente con la voz, sino también con el corazón... La voz que va dirigida a los hombres es el sonido; la voz para Dios es el afecto" (S. Agustín). Estamos hablando, por tanto, no de cantos aprendidos, nos de letras y músicas adultas, racionales, regladas... sino de cantar desde el Amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones y hacerlo tal cual lo haría un bebé que todavía no sabe hablar.
Cantar en el Espíritu, como auténticos bebés en el regazo de su Padre, es algo que pertenece al nivel del don. Es una oración de descanso. El hecho de no componer frases razonables ni pedir algo concreto, hace la oración muy descansada. Tu corazón puede funcionar sin tu mente. Por eso, en momentos en que estés cansado y agobiado, y no seas capaz de orar, piensa que la oración es el corazón. Tu corazón es tu deseo, tu esperanza, tu anhelo más profundo... aunque no puedas formularlo en frases hechas. El Espíritu Santo alienta tu corazón sin cansarte, sin obligarte: lo tienes ahí dentro... Es cantar desde el amor y la adoración. Nace del profundo deseo de alabar al Padre y manifestarle con especial amor el deseo que hay en nosotros de Él. Es el Espíritu quien nos impulsa a una alabanza más plena, de manera que hasta el último rincón de nuestro ser se pone en actividad. Procede de una capacidad propia de toda persona: en todos hay semillas y nostalgias hondas del bien y de la felicidad. En algún sentido, todos oramos en el Espíritu, ya que todos gemimos y deseamos desde lo más profundo.
Cantar lo inefable
"He aquí que el Espíritu Santo te da como el módulo para cantar: no busques las palabras como si pudieras explicar de qué modo se deleita a Dios. Canta con regocijo, pues cantar bien a Dios es cantar con regocijo. ¿Qué significa cantar con regocijo? Entender por qué no puede explicarse con palabras lo que se canta en el corazón. Así pues, los que cantan, ya en la siega, o en la vendimia, o en algún trabajo activo o agitado, cuando comienzan a alborozarse de alegría por las palabras de los cánticos, estando ya como llenos de tanta alegría, no pudiendo ya explicarla con palabras, se comen las sílabas de las palabras y se entregan al canto del regocijo. El júbilo es cierto cántico o sonido con el cual se significa que da a luz el corazón lo que no puede decir o expresar. ¿Y a quién conviene esta alegría, sino al Dios inefable?. Es inefable aquel a quien no puedes dar a conocer, y si no puedes darle a conocer y no debes callar, ¿qué resta, sino que te regocijes, para que se alegre el corazón sin palabras? ¿Qué significa aclamación? Admiración de alegría que no puede explicarse con palabras. Cuando los discípulos vieron subir a los Cielos a quien lloraron muerto, se maravillaron de gozo; sin duda a este gozo le faltaban palabras, pero quedaba el regocijo, que nadie podía explicar. No vayamos sólo en busca del sonido del oído, sino de la iluminación del corazón" (S. Agustín, en su comentario al salmo 46).
Vida nueva: canto nuevo
"El júbilo que no puede explicarse con palabras y que, sin embargo, se testimonia con el grito de la voz, se denomina regocijo. Pensad en aquellos que se regocijan, en cualquier clase de canto y como en cierta lid de alegría mundana, y veréis de qué modo, entre los cánticos modulados con la voz, se regocijan rebosantes de alegría cuando no pueden declararlo todo con la lengua, a fin de que por aquellos gritos inarticulados dé a conocer la afección del alma, lo que se concibió en el corazón y no es capaz de expresarlo con palabras. Luego, si estos se regocijan por el gozo terreno, ¿nosotros no debemos dar gritos de alegría, regocijarnos por el gozo celestial, que ciertamente no podemos expresar mediante palabras?" (S. Agustín, comentario al salmo 94).
Cuando cantamos en el Espíritu renovamos interiormente aquella experiencia de Jeremías: «¡Señor, sabes que no se hablar!» (Jer 1, 6). O la experiencia del tartamudo de Moisés (Ex 4, 10). Estamos cumpliendo la Palabra de Jesús: "Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3). Se dice de San Francisco de Asís que “muchas veces, cuando oraba, hacía un arrullo semejante, en la forma y el sonido, al de la paloma, repitiendo: uh, uh, uh... Y con cara alegre y corazón gozoso, se estaba así en la contemplación".
"Quien ha aprendido a amar la Vida Nueva sabe cantar el cántico nuevo. De manera que el cántico nuevo nos hace pensar en la Vida Nueva. Hombre nuevo, cántico nuevo, testamento nuevo... todo pertenece al mismo y único Reino” (S. Agustín).
Javier de Montse - Comunidade Caná / El Espíritu Santo en clave de sol
Desde esta perspectiva -apuntada por el Papa Francisco- hemos preparado 15 temas para ayudaros a verificar vuestro amor. Nuestra propuesta es acompañaros en este camino que tiene meta. La clave ha de ser el diálogo que estos temas, como etapas de un camino, susciten entre vosotros, los novios.
Rialdarca, itinerario para NOVIOS
Un sendero de poco más de un kilómetro, para personas de cualquier edad
"El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra" (Mt 13,45-46)
Es bueno recordar que las perlas se generan cuando un poco de arena se introduce en la carne de la ostra y se empieza a producir nácar alrededor para protegerla. A menudo nos herimos en nuestra familia y hacemos y decimos cosas que nos hacen daño. La buena noticia es que nosotros podemos producir ese nácar que nos regala Dios cuando le dejamos entrar en la pobreza de nuestras torpezas y se las ofrecemos.
Escuchaba el otro día a Olalla en el programa Alborada de RTVE, cómo hay una tribu que cuando alguien hace algo perjudicial para la comunidad , le llevan al centro de la aldea y le rodean en un círculo, no para reprenderle, sino para “reconectarle” y recordarle su naturaleza de bien y le dicen todo lo bueno que ha hecho y que quizá no ha sabido poner en valor. ¡Esto es fantástico! Es lo que hace Dios: nos mira con la perspectiva de lo que estamos llamados a ser. ¡Cómo cambiarían nuestras familias si hacemos esta corrección no metiendo el dedo en la llaga, sino dando un bálsamo de palabras dulces!
Debemos escuchar atentamente las palabras de Dios en nuestro corazón y creer de verdad que somos esa perla por la que Dios ha dado todo. Ese todo es su propia vida. El mercader de la parábola entrega todos sus bienes. Eso ya es mucho; pero, como siempre, Dios nos está pidiendo un cambio de corazón en nuestra vida. ¡Hemos de corregirnos con el Amor de Dios!
2. El primero que ha dicho Shikoba saldrá al centro.
3. Si hay empate todo el mundo agacha la cabeza y el que dirige el juego dirá Sawabona y todos responderán Shikoba alzarán la cabeza dirigiendo la mirada a alguien, las miradas que se crucen saldrán al centro: primero uno, luego el otro.
4. Todo el mundo dará gracias por esa persona, diciendo algo bueno de ella.
Como nos dijo el Papa Francisco en una catequesis familiar el 13 de mayo de 2015, practiquemos este círculo con las variantes de permiso, gracias y perdón, para recordar a nuestros hijos lo importante de estar envueltos en estas palabras en nuestro día a día familiar, porque ellas nos ayudan a crear el nácar de la perla preciosa que somos para Dios.
PD: La perla de mi casa es sin duda Susana, mi mujer: se ha ido recubriendo del nácar de Dios con los años.
Fernando de Susana - Comunidade Caná
Podemos afirmar que la música es un arte, un modo de expresión, una actividad... únicamente -específicamente- humana. A diferencia del resto de animales, sólo capaces de percibir alguno de los elementos de la música, como el timbre o la pulsación, los humanos podemos interpretarlos todos y de forma simultánea. Un trabajo que requiere la integración de diferentes áreas de nuestro cerebro y que, combinado con el lenguaje y la memoria, nos permite procesar la música de forma global; un proceso muy complejo que sólo el cerebro humano puede llevar a cabo.
Este complejo proceso implica un elemento más: las emociones. El hecho de utilizar diversas áreas del cerebro de forma conjunta y con un gran componente emocional hace que la música sea una gran herramienta educativa, de cohesión social y de crecimiento personal.
La maravilla de la condición humana
La música nos ayuda a recordar, aprender idiomas o recuperar el habla, nos hace movernos y bailar, nos ayuda a procesar emociones, a expresarnos, a motivarnos , nos hace crecer ya conectar con nuestro entorno. En definitiva, es parte de nosotros como seres humanos y tiene grandes beneficios para nuestro cerebro.
Desde una perspectiva antropológica, buscando lo auténticamente humano, podemos decir que la música y el canto tienen una gran variedad y profundidad de valores específicamente humanos. El acto mismo de cantar es una experiencia universal común a todas las culturas, a todos los tiempos, a todas las civilizaciones... Y es una experiencia no solo individual; también una experiencia colectiva, comunitaria, social. Tiene valores reconocidos, aceptados por la generalidad de los humanos. Tiene propiedades concretas y funciones particulares. Por eso podemos decir que el canto y la música tienen valor por sí mismos; valor como algo estético, como algo artístico, como algo necesario y fundamental en la condición humana por encima de la utilidad y de otros aspectos pragmáticos ante todo.
Cantar, tocar... es un ejercicio que resulta altamente agradable y gratificante para la persona humana, y que tiene -además- la capacidad de conmover las zonas más íntimas de nuestro psiquismo. Cuando canta, es toda la persona quien lo hace. No es solamente su parte biológica; es toda la persona a la que canta. El canto y la música expresan ideas, sentimientos, actitudes, emociones, deseos interiores... Por lo tanto, son un lenguaje universal; lo mismo que el gesto, el movimiento, la danza.
La música y el canto son una expresión privilegiada de la alegría y del amor, pero también tienen una capacidad muy profunda para manifestar el dolor, la tristeza; para manifestar la aprobación y la desaprobación, la protesta y el triunfo. Toda la gama de sentimientos, emociones, incluso actitudes humanas, pueden ser expresadas a través de la música y el canto. Y, por su valor expresivo, la música y el canto llegan donde las simples palabras no llegan.
Además, la música y el canto sirven para encarnar, para alimentar, para sustentar actitudes interiores. Podríamos decir que refuerzan y alargan la eficacia de la sola palabra con sus armónicos, con sus modulaciones, con sus diferentes tempos... ¡Es una maravilla todo esto! ¡Es una maravilla la condición humana!
Es una maravilla profundizar en cada uno de los resortes, en cada una de las capacidades que Dios ha puesto en lo profundo de la condición humana. Hay un texto de San Juan Pablo II que escribió en 1985, con motivo del Año Europeo de la Música, muy inspirador al respecto de todo esto: «Tanto si exalta la palabra del hombre, como si da forma melódica a la Palabra que Dios ha revelado a los hombres, como si se difunde sin palabras, la música es la voz del corazón. Suscita ideales de belleza, la aspiración a una perfecta armonía no turbada por las pasiones humanas y el sueño de una comunión universal. Por su trascendencia, la música es también expresión de libertad. Escapa a todo poder y puede convertirse en un refugio de extrema independencia del espíritu, donde ella canta mientras todo parece envilecer o coaccionar al hombre. Por tanto, la música tiene en sí misma valores esenciales que interesan y afectan a todo hombre. Por eso, también las obras maestras que la música ha producido en todo tiempo y lugar son un tesoro de toda la humanidad, expresión de los comunes sentimientos humanos, y no pueden reducirse a propiedad exclusiva de un individuo o de una nación».
El canto tiene una cualidad especial para significar y acrecentar la comunión entre los seres humanos. Cantar en común une, da cohesión a los miembros del grupo. Y evoca las raíces, las raíces entrañables, las raíces profundas. Cantar en común crea una atmósfera de sintonía, de concordia, de unidad de corazones. Ayuda a salir de uno mismo y a superar nuestras perspectivas individualistas, egocéntricas. Nos incorpora una perspectiva comunitaria, nos abre a la comunión. Los cantos, en cualquier manifestación humana, son signo de solidaridad, de confraternización por encima de edades, razas, fronteras y culturas. El canto y la música son también el símbolo por antonomasia de la fiesta, su elemento más expresivo; se diría que sin música no hay fiesta. El canto y la música ayudan a traspasar la frontera de lo trivial, de lo vulgar, de lo anodino y nos ponen en la longitud de onda de lo trascendente, de lo extraordinario.
Podríamos hacer una lista interminable de potencialidades humanas que la música es capaz de desarrollar. Vamos a quedarnos con una docena:
- Capacidad de esfuerzo.
- Concentración.
- Perseverancia.
- Paciencia.
- Trabajo en equipo.
- Trabajo individual.
- Sacrificio.
- Desarrollo de capacidades motrices, cognitivas y sensitivas.
- Visión micro y macroscópica de los diversos elementos de la vida.
- Percepción de los grados que hay en una gama.
- Respeto sin complejos por las jerarquías establecidas con un objetivo.
- Asunción de la importancia de cada uno dentro de un engranaje de un conjunto.
Podemos afirmar que los beneficios del canto y de la música son innumerables: mejoran la atención y el aprendizaje, incrementan la capacidad para memorizar, mejoran la coordinación, alivian el estrés, facilitan la conciliación del sueño, elevan el ánimo. A través de la música y del canto, se desarrolla la inteligencia emocional, se fomenta la sociabilidad, la tolerancia y la empatía. Aristóteles atribuye a la música un papel determinante en la formación del carácter de una persona; puede -dice el filósofo griego- fortalecer o debilitar su voluntad, estimular y condicionar sus acciones o conductas.
La música y el canto son un gran regalo de Dios para hombres y mujeres de todo tiempo, edad y condición, diseñado y creado por Él antes de crearnos a nosotros. La música está patente en la dinámica misma de su creación, a través de una enorme multitud de sonidos, tanto en el mundo orgánico como en el inorgánico. Parece como si fuese la obertura de aquella maravillosa sinfonía que había de venir después: la creación de la persona humana.
Javier de Montse - Comunidade Caná / El Espíritu Santo en clave de sol