Comunidade Caná

Comunidad Católica de Alianza integrada por familias en el seno de la Renovación Carismática

 

Lee en tu Biblia este pasaje: Juan 2,1-12.
Son las bodas de Caná, donde Jesús obró su primer milagro a petición de María, su Madre. Este pasaje es como un termómetro para nosotros, padres y madres, esposos y esposas, para ver en qué lugar nos encontramos. ¿Qué podemos encontrar para nuestra vida matrimonial y familiar?

¡Alegría!

El vino, en la Biblia, es el símbolo de la alegría y de los bienes que traería el Mesías. El  protagonista de la boda de Caná es «el vino». Todo gira en torno al vino que falta y al vino nuevo cuyo origen desconoce el maestresala. Este vino que llega por la acción de Cristo es «vino bueno», que desbanca al primero. Sobre este vino gira también la conversación de la Madre de Jesús con su Hijo: al hacerle ver que el vino de la boda se ha terminado, María está señalando una carencia grave en una boda. ¿Se trata sólo una carencia física o hay algo más?

Podríamos, a la luz de esta lectura bíblica, entresacar y hacer vida en nuestra realidad actual en qué lugar nos encontramos y cuáles son nuestras dificultades, certezas, inquietudes… ¿Tenemos el vino de la alegría en nuestra familia, en nuestro matrimonio? O, tal vez, con el paso del tiempo, los acontecimientos, la vida… nuestro vino se ha consumido o, incluso, se ha avinagrado. ¿Escuchamos de nosotros “No tienen vino”?

«Haced lo que Él os diga»

En este pasaje hay unos sirvientes pendientes de lo que ocurre y de qué hay que hacer en cada momento. En nuestra vida familiar también somos siervos unos de otros. Siervo tiene que ser el esposo de la esposa y la esposa del esposo. Siervos los dos de vuestros hijos. Servidores para que todo esté a punto, para que todo funcione. Nuestra actitud debe de ser como la de los sirvientes, cuando María les dice: “Haced lo que Él os diga”.

Jesús y María están presentes en nuestra familia. El milagro se realiza a través de sus intervenciones: convertir nuestra agua en vino; transformar nuestra sed, nuestra hambre, nuestra angustia, nuestra duda, nuestros desatinos o desaciertos. No desaprovechemos la oportunidad de pedir con un corazón sencillo y humilde: “¡No tenemos vino!”.

Los invitados son todos los que se acercan a nosotros, empezando por nuestros hijos y continuando por los familiares, parientes, amigos, vecinos. Se acercan y nuestra misión es mostrarles la alegría de vivir, la alegría de la celebración, la alegría de una profunda conversión de nuestra agua en vino nuevo.

¡Convierte, Señor, nuestra agua en vino!

Por eso, hoy, recoge en tu cántaro, el más grande que tengas, toda tu agua y preséntaselo al Señor: Convierte, Señor, nuestra agua en vino.

Del libro "Haced lo que Él os diga"

Jose Louzán, Allariz - Comunidade Caná


   ¡Ven, Espíritu Santo!
  En este tiempo que Dios nos ha preparado, esperamos el cumplimiento de la Promesa: la Vida en abundanciaLa nueva normalidad que anhelamos los cristianos es Pentecostés: vivir en el Espíritu, en el Señorío de Cristo. 
    Comunidade Caná nos acerca a siete familias de la Archidiócesis de Santiago de Compostela que nos comparten cómo vivir -en el día a día- cada uno de los DONES del ESPÍRITU.

Familia Tomé Pérez · DON de SABIDURÍA
Familia Gómez Torres · DON de ENTENDIMIENTO
Familia Varela Escorihuela · DON de CIENCIA
Familia Delgado Llamas · DON de CONSEJO
Familia Wagener Galván · DON de PIEDAD
Familia García Miras · DON de FORTALEZA
Familia De León Valverde · DON de TEMOR de DIOS

ESpíriTU en CASA
 7 familias / 7 vídeos / 7 dones / 7 colores

 

Una sola voz de distintas lenguas se eleva al Creador del universo

La fe no es únicamente un asunto personal. Somos comunidad y el canto es uno de los mejores signos de nuestro sentir común. Y ello sin perder nada de la profundidad personal de cada una/o. La educación individualista explica las reticencias que algunos/as sienten todavía por el canto, precisamente porque el cantar con otros nos hace salir de nosotros mismos y sumarnos a la celebración comunitaria. La Iglesia es una comunidad muy diversa que, a través del canto común, se manifiesta en una única voz. Este sentir común es expresado y, a la vez, fortalecido por el canto de todo el pueblo.

Ya desde las primeras comunidades cristianas, es todo el pueblo el que canta a una voz las aclamaciones de los salmos y de los himnos. El canto contribuye poderosamente a crear comunidad, uniendo e igualando a los miembros que cantan. Y las diferencias de edad, cultura, condición social, etc. quedan rebasadas. Lo explica S. Juan Crisóstomo: "Habla el profeta y todos respondemos, todos mezclamos nuestra voz a la suya. Aquí no hay esclavo, ni libre, ni rico, ni pobre, ni príncipe, ni súbdito. Lejos de nosotros estas desigualdades sociales, formamos un solo coro. Todos formamos parte igualmente en los santos cánticos, y la tierra imita al cielo. Tal es la nobleza de la Iglesia. Y no se dirá que el dueño canta con seguridad y que el siervo tiene la boca cerrada; que el rico hace uso de su lengua y que el pobre no; que el hombre tiene derecho a cantar y la mujer debe permanecer en absoluto silencio. Investidos de un mismo honor, ofrecemos todos un común sacrificio, una común oblación... una sola voz de distintas lenguas se eleva al Creador del universo" (Homilía 5, 2).

Nadie debe quedarse sin cantar

El abstenerse del canto equivale a marginarse de la asamblea y romper su unidad. Al cantar, la voz de cada uno/a debe tender a formar un único sonido coral con el resto de la asamblea. Si alguien posee una voz difícilmente armonizable con el coro común, ha de esforzarse por cantar moderadamente, sin molestar a la piedad de los demás; pero no callar. En este mismo sentido, el micrófono no debe ser protagonista. La mejor megafonía es la que menos se nota. A esta modestia se refiere el Misal Romano cuando dice: "El micrófono, por su dimensión y colocación, no ha de restar valor a los demás utensilios y símbolos litúrgicos". A veces, se ve más el micro que el cáliz...

La Iglesia da primacía a las celebraciones comunitarias, y en ellas el canto unánime es una necesidad vital de la asamblea reunida. El canto es expresión de la comunidad, pues "pone de manifiesto de un modo pleno y perfecto la índole comunitaria del culto cristiano" (Ordenación General de la Liturgia de las Horas 270). "El misterio de la Sagrada Liturgia y su carácter comunitario se manifiestan mediante la unión de las voces que debe expresar un profunda unión de corazones" (Musicam Sacram 5). En el momento cumbre de la actividad eclesial -la Liturgia- el canto aparece para glorificar a Dios, pues, antes que nada, la primera tarea de los cristianos reunidos es la alabanza. El gozo y el entusiasmo que la música proporciona al culto son expresión de la riqueza vital de una comunidad.

 

      El canto rehace las amistades

 

Este canto de todo el pueblo es signo de comunión. El cantar a una voz está reclamándonos la fraternidad y la unidad; del canto común, el Espíritu hace brotar una poderosa fuerza de unión y reconciliación. "El canto rehace las amistades, reúne a los que estaban separados entre sí, convierte en amigos a los que estaban mutuamente enemistados. Pues, ¿quién es capaz de considerar todavía como enemigo a aquel con quien ha elevado una misma voz hacia Dios? Por tanto, el canto de salmos y cánticos inspirados nos procura el mayor de los bienes: la caridad. El canto encuentra el vínculo para realizar la concordia y reúne al pueblo en la sinfonía de un mismo coro" (San Basilio).

Por la acción del Espíritu Santo, el canto nos hace sintonizar  -primero-  con nuestro yo más profundo. Luego, entre todos los participantes en la asamblea. Y así, constituidos en un único coro de hijos e hijas de Dios santificados/as, nos abrimos al misterio de la catolicidad de la Iglesia, sacramento universal de salvación y germen de unidad en el mundo. La comunión entre cristianos y cristianas de distintos movimientos, lenguas, culturas y confesiones ha de expresarse a través de signos comunes, entre los que la música tiene especial importancia. El canto nuevo no estará completo hasta que los hombres y mujeres de toda raza, pueblo, edad y condición hayan unido a él sus voces.

No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la Gloria

Desde este sentir de la Iglesia sobre el canto en comunidad, ¿qué decir de los ministros del canto, coros, salmistas, músicos...? Pues que su ministerio tiene que servir de puente entre ellos y el pueblo. Es decir, su tarea pastoral está no en brillar ellos sino en hacer que el pueblo cante con un solo corazón y una sola voz. Su ministerio tiene esta importancia: sus carismas al servicio para guiar, conducir, mantener el canto comunitario. Me viene al corazón el versículo del Salmo 115: «No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la Gloria». Discernir el canto apropiado, el tono y ritmo apropiados...

Todavía hoy, en pleno s. XXI, el canto de una comunidad sigue siendo expresión activa de la presencia de Dios. Continúa habiendo abundantes testimonios de vuelta a Dios en los cuales escuchamos: «No solía ir a la Iglesia, pero ese día entré; escuché una música que me empujó a entrar... Y allí me esperaba el Señor».

Javier de Montse - Comunidade Caná   /   El Espíritu Santo en clave de sol


Las familias cristianas tenemos que aflorar nuestra vida nueva

Dicen que Santa Elena, la madre del emperador Constantino, encontró la Cruz de Cristo. Hay numerosos trocitos de esta cruz repartidos por el mundo. El “lignum crucis” más importante de Europa lo custodian los franciscanos en Santo Toribio de Liébana (y estamos en Año Jubilar Lebaniego).

Recordando la celebración de este hallazgo, en muchas localidades de Castellón -como, por ejemplo, Borriana- se engalanan cruces con flores. Lo divino y humano se entremezclan una vez más. La estación en la que florece todo y también el momento en que las familias cristianas tenemos que aflorar nuestra vida nueva renacida de la muerte.

Muchos tenemos vocación de trapero. La  imaginación se me llena de mundos posibles cuando bajo a tirar la basura de noche; sobre todo cuando descubro grandes piezas de cartón. Respiro hondo, todo suele estar en calma... y quisiera dejar también en este cubo las cruces de cada día que no me sirven. Entonces tengo mi momento bíblico en la basura… "Aunque vuestros pecados sean como escarlata,  quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana" (Is 1, 18).

Muchas veces me sorprendo con los hermanos que van buscando en los cubos. Son para mí un enigma. Son como los ángeles del reciclaje. El futuro está en todo lo descartado,  en todo lo que tiramos. Me llenan de inspiración y de ternura. La cruz se encontró seguramente en una escombrera donde se habían arrojado todas las cruces malgastadas de su uso.

Aquí va mi propuesta. Cuando bajes esta noche a tirar la basura…

  1. Respira hondo, mejor un poco antes de que llegues al punto de “botar” la tuya. Busca a ver si hay unos cartones. Si ves algún hermano “reciclador”, dale las buenas noches, pregúntale por su vida. A veces hay gente buscando comida, de la que se tira en las tiendas o no.
  2. Piensa en la cantidad de personas en el mundo que viven de la basura, que llegan a crear montañas. Hay historias increíbles como la del P. Opeka. Es el momento de que recojas algunos cartones, si has tenido suerte y no están en el contenedor.
  3. Procura recoger unos «cartones dignos»: vas a hacer dos cruces con ellos. Utiliza cinta de embalar para unir pie y travesaño. Que sea una cruz un poco consistente.Tienen que caber varias personas en ella o toda la familia, así que deben medir al menos un metro de «stipes» (palo vertical).  La podéis pintar en casa, e incluso escribir el nombre de personas que están viviendo cruces.
  4. Prueba a transportarte de un lugar a otro con las cruces. No puedes tocar el suelo. Toda la familia se subirá en ella y utilizará las dos cruces para avanzar. Practica en un parque cercano. La cruz nos lleva (no es triste, puede estar pintada de colores y flores y nombres de personas que nos llenan de esperanza). Sí, es difícil y arduo el camino a veces.

Se decía en el antiguo Catecismo que, al menos, había que comulgar por Pascua Florida. Caminamos hacia la Pascua Granada, la venida del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es quien realmente puede llenar de vida nuestro camino por la cruz. Pienso en tantas personas y situaciones de cruz que son semilla de Resurrección, pero que todavía no vemos. Rezamos unos por otros, y damos gracias por el testimonio de tantas cruces vividas en Cristo.

Fernando Sánchez

Comunidade Caná - Castellón

Rezamos unos por otros, y damos gracias por el testimonio de tantas cruces vividas en Cristo

 Es bueno que nuestros niños crezcan en un hogar donde la música y la fe estén asociadas

 

 

El canto es un don que trae luz a la familia

«El canto es un don que trae luz a la familia», dice el P. Granados. Por un lado, descubre un afecto común: cantamos porque nos ha sucedido algo juntos. Algo que nos rebosa y que tiene que expresarse con algo más que palabras: ¡con canto! Y, por otro lado, permite que este afecto cree una memoria afectiva que nos ayuda a ordenar los deseos. La memoria de un cumpleaños, de un aniversario, de los villancicos en Navidad, de los cantos a la Virgen en mayo… todos esos momentos configuran un universo de afectos que llaman a la familia a actuar junta. El canto educa la alianza. En el “nosotros”, cada protagonista entiende su papel y se vincula. 

El canto trae el aroma de la confianza. En un ambiente donde se canta uno puede confiarse. Al cantar juntos algo que nos aúna, se dilata la pertenencia a una familia que me recuerda un origen y un destino grandes. ¡El canto genera ambiente!

El canto centra el afecto. Cantar trae una risa o una lágrima, ambas frutos preciosos de un gozo o una pena compartidos. Y así ayudará siempre a ese corazón a recordar que no sufre ni goza solo, ni para sí mismo. 

El canto es el tono de uno y de otro. Hasta el abuelo o el recién llegado ponen su nota, como hace un instrumento en la orquesta, o un solo, o una voz que se despliega. El canto es presencia real. Cantar es “cantar victoria” de las redes humanas sobre las virtuales. Vence la presencia, aunque sea “desafinada”. Cantar convoca la vida. Sabo­re­ar una pasta, un brindis o un baile improvisado son buenos compañeros del canto. 

Lo que aprendemos de pequeños se nos queda grabado para siempre... Cuántas veces Dios utiliza un canto grabado por la memoria infantil para hacer que un adulto vuelva a aquella primera experiencia de fe. Por otra parte, a los niños y niñas les gusta cantar por naturaleza, porque el canto crea un atmósfera de alegría que necesitamos para crecer de una manera armoniosa; el sentimiento de unidad que proporciona cantar juntos es importante ya desde la primera infancia. 

Si queremos renovar y ampliar los estilos musicales en nuestra Iglesia, debemos empezar por nuestros niños y niñas

Es bueno que nuestros niños crezcan en un hogar donde la música y la fe estén asociadas; eso evitará que más tarde se vean en el dilema (con el que se encuentran muchos músicos) de tener que elegir entre Dios y la música, convertida en un ídolo, en un semidiós. El niño es más accesible que el adulto a los diversos estilos de música, a ritmos e intervalos distintos. Si queremos renovar y ampliar los estilos musicales en nuestra Iglesia, debemos empezar por nuestros niños y niñas. Ellos saben reconocer de manera natural lo que es bonito o atractivo, lo que es especial; hemos de cultivar su sensibilidad a través de la música y el canto. Por todo ello, es importante elegir cuidadosamente las canciones a través de las cuales nuestros niños y niñas van a conocer y expresar su fe. 

Una palabra clave, tanto para la música como para la fe de nuestros niños, es impregnación. Solo arraigará en nuestros niños profundamente, aquello en lo que están inmersos, en lo que viven día a día; por decirlo así, aquello que han mamado. La música y el canto, bien utilizados, pueden verdaderamente impregnarlos de fe, esperanza y amor; son un buen aceite para que el Espíritu Santo los vaya empapando. 

Al pasar por lugares de trabajo común, a Chesterton le sorprendió comprobar que cada vez se cantaba menos. Hasta que se dejó de cantar. Porque, en cierto modo, se dejó de trabajar en comunión. El trabajo individualista insemina una prisa y ansiedad por llegar rápido a un resultado. Poco importa el camino. El canto estorba, carece de sentido. Cantar es reconocer que en nuestro obrar común hay algo más grande que uno mismo y su resultado. 

En el canto hay un encuentro fecundo

¡La necesidad de recuperar la alegría del bien de la comunión! Hoy se canta poco porque se vive con poco impulso el bien de la comunión. En el canto común hay un encuentro fecundo, hay un desplegarse juntos en el que surge una belleza que no se puede imaginar en solitario. Esa sobreabundancia nos llena de alegría, pues reconocemos que en la vida hay más de lo que aparece. 

Necesitamos cantar. El gusto viene después. A veces no cantamos porque esperamos “sentirnos bien” para cantar. Pero sucede al revés: canta y reconocerás la belleza de la concordia. Y alegrándote por el canto recrearás una música nueva.

Javier de Montse - Comunidade Caná   /   El Espíritu Santo en clave de sol

Comenzamos a publicar este curso para parejas que estén planteándose pasar a una nueva etapa: ¡casarse! Si es vuestro caso, ¡¡comenzad a leer!! o si conocéis a alguien al que le pueda ser útil... ya sabes lo que tenéis que hacer, ¡¡compartidlo!!


¡Enhorabuena! Habéis encontrado un tesoro: el amor de vuestra vida. La humanidad entera, todo hombre y mujer, pasa por su existencia buscando este gran tesoro que es “amar y ser amado”. Vosotros lo habéis encontrado y por eso estáis de enhorabuena. Quisiéramos que esta palabra, “amor”, tan usada hoy, pudieseis vivirla y entenderla de un modo distinto, original: tenéis a vuestro lado a la persona de quien estáis enamorados, la persona con la que deseáis pasar el resto de vuestra vida, la persona que os acepta como sois, que va a estar siempre con vosotros…

Tenéis a vuestro lado a ese “alguien” único que os quiere. Hay personas que tienen de todo; pero les falta alguien a su lado que les ame profundamente, y por eso se sienten solas, tristes y sin sentido en la vida. ¡Valoremos el amor que tenemos! Sin amor, todo en la vida queda oscuro y vacío.

Las estadísticas nos muestran cifras alarmantes sobre los fracasos en el amor. Estamos ya por encima del 55% de parejas que se separan. La mayoría en la primera crisis, en los primeros ocho años de matrimonio. Pero las separaciones están aumentando en todas las etapas de la vida. ¿Qué nos está pasando? Quizá no valoremos lo bastante este tesoro como para poner el empeño, el coraje necesario, y emplear todas las energías en cuidar nuestro amor.

Enamorarse es fácil.
Lo difícil, lo realmente valioso,
es permanecer enamorados.


De este amor que perdura en el tiempo, capaz de superar crisis y dificultades, es del que habla este curso: del amor que os vais a prometer el día de vuestra boda y que puede haceros felices para siempre.

Un error común de las parejas jóvenes es pensar : “Hay amor entre nosotros, luego todo va a ir bien”. Esto no es verdad. El amor de pareja es algo muy complejo, sobre todo cuando hombre y mujer deciden compartir sus vidas para siempre: dos personas con distintas psicologías, distintas necesidades, distintas formas de pensar y vivir, y aun así llamados a formar un proyecto común. Esto significa que hay mucho trabajo por delante, pues la armonía de una pareja no es automática ni funciona para siempre solo por estar enamorados.
La otra manera de vivir vuestro amor es como una actividad. Decimos: “¡Nos queremos!”. Y esto suena a algo activo. El amor es una realidad que nos hace desear vivir juntos, formar una familia; nos invita a soñar con un proyecto común en el cual nos vamos a ayudar y sostener mutuamente. Suena a elección y a disposición de superar las dificultades que puedan surgir. Suena a la alegría de verse acompañado/a en el camino de la vida.

- “¿Se puede llegar a la cumbre del Everest?”
- “Sí.”
- “¿Por qué lo sabemos?”
- “Por que hay quien ha llegado.

Pues permanecer enamorados es como subir al Everest. ¡Hay quien lo ha hecho! Pero si pienso que voy a poder realizar esa hazaña sin preparación ni entrenamiento, vestido/a como estoy ahora, sin el equipo necesario… entonces empezaré a subir y, a los mil o dos mil metros, desistiré en el empeño.

Comunidade Caná

"Amar para siempre"

  
       El noviazgo es el tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un trabajo compartido sobre el amor; un trabajo en profundidad. Se descubren poco a poco el uno al otro.  El hombre ‘aprende’ acerca de esta mujer, su novia; y la mujer ‘aprende’ acerca de este hombre, su novio.      
     Desde esta perspectiva -apuntada por el Papa Francisco- hemos preparado 15 temas para ayudaros a verificar vuestro amor. Nuestra propuesta es acompañaros en este camino que tiene meta. La clave ha de ser el diálogo que estos temas, como etapas de un camino, susciten entre vosotros, los novios.

El ITINERARIO se desarrolla en ENCUENTROS MENSUALES
Estamos a vuestra disposición...
986.313.795   canacomunidade@gmail.com    636.086.986 (WhatsApp)
   
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"Aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa 
ni puede ser el objetivo de un breve curso 
previo a la celebración del matrimonio
(Amoris laetitia 208)


Rialdarca, itinerario para NOVIOS 

Un sendero de poco más de un kilómetro, para personas de cualquier edad




“Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros” (Lc 22, 15)

 


Hemos abierto la puerta de la Iglesia

Los días 6 al 9 de abril, nuestra Comunidad ha vivido la Pascua de Jesús, su retorno al Padre. Tres días en intimidad con Cristo. Al igual que el año pasado, nuestro Triduo Pascual ha sido un Triduo misionero, sirviendo a las parroquias de Raxó, Samieira y Combarro, cuyo párroco, Santiago Núñez, nos ha recibido con mucha alegría.

Con la apertura del templo de san Roque, también en Combarro, hemos abierto la puerta de la Iglesia a todos los turistas que se han acercado para tener, en este periodo vacacional, un rato con el Señor, presentando sus inquietudes y sus acciones de gracias.

Pero también hemos vivido estos momentos centrales de la vida de Cristo en la intimidad de la Comunidad. Dos momentos del Triduo Pascual han sido destacables en nuestra casa de la Comunidad: la Adoración de la Cruz y la espera del Sábado Santo. Esto, después de haber participado en los Oficios de las parroquias de misión.

Encuentro con la Cruz de Cristo

Preparamos el espacio celebrativo con una cruz inclinada en el suelo, sobre una columna, con algunas telas en tonos rojos, velas, unos lienzos blancos de lino sobre la cruz y una verdadera corona de espinas, para crear un ambiente orante que propiciara el encuentro con la Cruz de Cristo y que nos preparase el corazón y el espíritu para introducirnos en el “espíritu del Viernes Santo” y descubrir, cara a cara, a Jesús: su entrega, su pasión, su dolor. Contemplar cómo Cristo entra en la voluntad y obediencia al Padre para procurarnos nuestra redención, el perdón de nuestros pecados, nuestra salvación. Queremos participar de su dolor para alcanzar con frutos la Pascua de Resurrección.

La oración se inició pasadas las Vísperas, para terminar contemplando -sentados en el suelo todos juntos- el dolor de Cristo, el dolor del hermano, el dolor de la humanidad, nuestro propio dolor... y percibir cómo Dios nos ama de forma incondicional, percibir ese IMPRESIONANTE AMOR que lo trasciende todo.

Para el Sábado Santo mantuvimos la Cruz, pero la velamos en blanco y se cambió el tono de las telas como presagio de la resurrección de Cristo. Y para realzar y reforzar la luz de la resurrección y de la alegría pascual, se iluminó de forma potente desde abajo de la Cruz. De este modo, ya no era una “Cruz de dolor”, sino una “Cruz gloriosa”. Los lienzos doblados sobre una piedra y María acompañando la espera... A los pies de la cruz pusimos un candelero a modo de Cirio Pascual, que surgía de la corona de espinas, para recordarnos que el gozo de la resurrección pasa irremediablemente por nuestro dolor. Más aún, el gozo y la alegría que nos provee Dios está incluido en el dolor del hombre. Es el gran misterio de la contingencia de la vida del hombre y fruto de la libertad que Dios nos otorga. Con esta ambientación, entramos en el “espíritu del Sábado Santo”.

¡Cristo ha resucitado!
La oración la iniciamos en la hora de Tercia, aunque la hicimos coincidir con las Laudes. Y, al igual que la noche anterior, terminamos sentados en el suelo alrededor de esta Cruz Gloriosa, percibiendo de forma patente que todo lo ocurrido es por el inmenso Amor que Dios nos tiene y que nuestra vida vale la sangre de Cristo (1ªPe 1, 18-19).

No podemos dejar de dar gloria a Dios y proclamar: ¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO!

¡Christos anesti! ¡Alithos anesti!


ENCUENTRO de ORACIÓN mensual, encontrándonos como hermanos unidos entre mundos divididos. Este viernes 14 de abril os invitamos a descubrir juntos cómo ser más hermanos -cristianos de distintas Iglesias, denominaciones y movimientos-, colaborando juntos en los sueños de Dios para esta ciudad de Santiago de Compostela. ¡¡Os esperamos!!

En estos momentos estamos participando en el Ruah de Dios:

  • JCUM, Juventud con una Misión, Santiago de Compostela.
  • VENI CREATOR, Renovación Carismática Católica, Santiago de Compostela.