Comunidade Caná

Comunidad Católica de Alianza integrada por familias en el seno de la Renovación Carismática

Formación ~4~


   ¡Es hora de resucitar a la familia! El mundo la da por muerta; pero Dios ha puesto en ella todo el poder de su Espíritu Santo para unir y perdonar, para restaurar y curar, para amar... Estas enseñanzas han sido transmitidas en Encuentros de Familias a lo largo y ancho de nuestro país. Son sencillas e inspiradoras.

   ¡Porque es tiempo de Dios para la familia! El futuro de la Iglesia y de la humanidad depende de la Familia. ¡De mi familia! "¡A la obra, que Yo estoy con vosotros y en medio de vosotros se mantiene mi Espíritu!  ¡No tengáis miedo!" (Ag 1, 5). Él hará en nosotros lo imposible por el poder de su Espíritu. ¡Sabemos de quién nos hemos fiado! ¡Ánimo y a la tarea!


Nuestros HIJOS e HIJAS

   "Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él" (Lc 2, 39-40).
   "Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres" (Lc 2, 51-52).
~ DIEZ PROPUESTAS ~

1. Somos familias contra-corriente. Tenemos que enseñar a nuestros hijos a ir contra-corriente. Y sólo hay un camino para enseñar eso: ir nosotros. Y para ello hay que tener respuesta a la pregunta sobre el sentido de nuestra vida. Los padres somos la principal referencia de nuestros hijos. Si somos referencia, les estamos dando seguridad. Dar referencias no es dar siempre protección (aunque también hay que darla). 
    Para reflexionar: ¿Hay coherencia en nuestra vida? Si no la hay, ellos son los primeros en detectarla. 

2. Una familia cristiana sola, familia contra-corriente, se debilita, se acomoda a una fe socialmente establecida, a unos ritos... y pierde la vitalidad y la audacia del Espíritu. La pareja necesita de hermanos -otros matrimonios- que puedan compartir nuestra vida espiritual y humanamente. Nuestros hijos necesitan conocer otras familias cristianas. Otros padres que son "raros" como los suyos. Otros niños/as de su edad que tienen una familia donde también se bendice la mesa, se reza, se habla de Dios, se escucha música cristiana.  
    Para reflexionar: ¿Tenemos nosotros unos amigos en el Espíritu que nos ayuden a crecer? ¿Personas que sean también mirada exterior que nos acompaña espiritualmente y nos ayuda cuando no vemos el camino a seguir? 

3. El Domingo: día del Señor, en el que juntos participamos en la Eucaristía. Día de fiesta en casa, día de estar en compañía y disfrutar de las cosas que Dios nos ha dado. Nuestros hijos, desde que nacen, tienen que vivir la realidad del Domingo. No lo paganicemos. Tiene una gran importancia en el crecimiento espiritual del niño/a. 
       Para reflexionar: ¿Cómo vivimos espiritualmente el Domingo? ¿Somos conscientes de su importancia para nuestros hijos/as? 

4. Dios quiere hacerse presente en nuestra casa. Es urgente recuperar la oración familiar. Sigue siendo verdad la frase: "Familia que reza unida, permanece unida". Es necesario que los padres luchen por conquistar cada día este tiempo para Dios. Es tiempo que cura, limpia, serena... a toda la familia. Cuando una familia se reúne cada noche en el salón de su casa para rezar -aunque sólo sean cinco minutos-, Dios mismo se hace presente allí donde vivimos y Él viene a dar a cada uno lo que necesita.
  - Momento breve pero intenso: Un misterio del rosario, un canto, un salmo, unas peticiones por cada miembro de la familia, también petición de perdón de unos para otros, una cita bíblica, etc.
  - A veces, debemos unir la oración a un momento de diálogo o de cercanía y alegría de vivir juntos y ser de la misma familia. 
  - La oración familiar diaria es como gota de agua que constantemente cae sobre la roca dura y fría de nuestros corazones y de nuestra vida cotidiana. 
     Para reflexionar: ¿Cómo va nuestra oración familiar? Si en estos momentos no existe, ¿cuándo pensamos empezarla o reanudarla? 

5. Los padres debemos acompañar espiritualmente a nuestros hijos/as. Tres etapas: 
  1- Hasta la preparación a la 1ª Comunión: El niño suele ser receptivo a todo lo espiritual, abierto a la oración, a experiencias espirituales, acepta bien las normas. Etapa de espontaneidad. 
  2- Preparación-Primera Comunión-Postcomunión: Etapa de normas más establecidas. Acompañar en la vivencia de los sacramentos: Eucaristía y Penitencia. Mayor razonamiento y crítica. Es decisivo el acompañamiento de los padres; responder a sus preguntas, estimular y alentar su vida espiritual. 
  3- Adolescencia: Etapa de la negociación. Respeto a su carácter, a su estilo espiritual, pero aún deben seguir sujetos y los padres no podemos dejar nuestra autoridad en la vida espiritual. No rehuir el diálogo y el debate sobre todo lo espiritual. 

6. Todos los hijos/as deben ser "estimulados" en la vida espiritual, según su edad, a través de experiencias enriquecedoras. Los padres debemos derrochar todas nuestras energías en este campo de la creatividad en el despertar y el crecimiento espiritual. Esta sensibilidad hacia las necesidades de los niños no la vamos a encontrar fácilmente a nuestro alrededor, debe surgir de los propios padres que vemos la necesidad de alimentar a nuestros hijos. La tierra prometida, tierra que mana leche y miel. 
  >> Encuentros para niños/as. 
  >> Literatura cristiana. 
  >> Música. 
  >> VÍdeos que enseñen valores cristianos. 
  >> Oración. 
  >> Dios mismo nos instruirá internamente y haremos cosas nuevas. 

7. La Historia Sagrada sigue siendo válida para despertar y alimentar la sensibilidad espiritual de nuestros niños. Busquemos Biblias para ellos, aprendamos a relatar las historias bíblicas. 
  >> Historias del A.T. 
  >> La vida de Jesús. 
  >> Las parábolas que contaba Jesús.
  >> Otros relatos y parábolas. 

8. Los hijos/as quieren participar de nuestros proyectos, de nuestras ilusiones, de nuestros deseos. Integrarlos en lugar de excluirlos. Hacerles participes -parte de-. No los marginemos cuando son pequeños y están allí cerca de nosotros, aunque enreden un poco, porque después será tarde y habrán buscado sus propios centros de interés. Entonces querremos atraerlos y será tarde. No esperamos a besarlos cuando son mayores, no esperemos a que nos entiendan completamente para hablar con ellos. Cristo se abajó. El padre y la madre se abajan, se hacen niños y comparten con los niños haciéndose niños. 

9. Los niños deben integrarse en el Grupo de Oración. Cada familia irá viendo el cuándo y el cómo. Es bueno que, a partir de la Primera Comunión, se le marquen al niño/a unas responsabilidades; entre ellas, asistir al Grupo. Si hay más niños, deberá haber guardería. El momento de participar los niños será al principio, en la lectura del salmo -se fomentará su participación en este momento- y al final de la oración. A medida que crece, irá experimentando que es parte del Grupo, es querido, aceptado...

10. Los tiempos litúrgicos ofrecen muchas posibilidades para el trabajo de catequesis con los niños. Se empezará por subrayar y celebrar la Navidad y la Pascua. Después se vivirá el sentido de los tiempos de preparación a estas fiestas: Adviento y Cuaresma. La vida de los santos también ofrece un gran aliciente si sabemos acercarla a su mentalidad. 

CINCO ARGUMENTOS a favor de todo esto: 
    1. El/la niño/a es capaz de Dios. 
    2. El/la niño/a es sencillo, abierto, dispuesto... 
    3. El/la niño/a es pobre, está vacío, limpio. 
    4. El/la niño/a posee el sentido de la gratuidad. 
    5. El/la niño/a nunca es tan pequeño como imaginamos. 
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