Comunidade Caná

Comunidad Católica de Alianza integrada por familias en el seno de la Renovación Carismática

Formación ~5~


   ¡Es hora de resucitar a la familia! El mundo la da por muerta; pero Dios ha puesto en ella todo el poder de su Espíritu Santo para unir y perdonar, para restaurar y curar, para amar... Estas enseñanzas han sido transmitidas en Encuentros de Familias a lo largo y ancho de nuestro país. Son sencillas e inspiradoras.

   ¡Porque es tiempo de Dios para la familia! El futuro de la Iglesia y de la humanidad depende de la Familia. ¡De mi familia! "¡A la obra, que Yo estoy con vosotros y en medio de vosotros se mantiene mi Espíritu!  ¡No tengáis miedo!" (Ag 1, 5). Él hará en nosotros lo imposible por el poder de su Espíritu. ¡Sabemos de quién nos hemos fiado! ¡Ánimo y a la tarea!


La TRANSMISIÓN de la FE en FAMILIA

   Verdaderos cristianos + verdaderos padres = verdadera transmisión de la fe 
Los hijos son como espías en casa
Solamente siendo se puede transmitir la fe; no sólo haciendo

    En el proceso de transmisión de la Fe vamos a distinguir 4 niveles: 

    1. Cultura 
  Se trataría del nivel más superficial. Dios y la fe están -aunque cada día menos- presentes en nuestra sociedad: en el arte, en la literatura, en los templos de nuestras ciudades y pueblos... La religión es un elemento cultural. Muere algún familiar o conocido y asistimos a su funeral. También en primeras comuniones o bautizos de familiares o amigos. El niño sabe que sus abuelos van a Misa todos los domingos, e incluso van sus padres; pero ve también si esto se reduce a un mero acto social. 
   Este nivel de transmisión de la fe es casi inevitable, aun para aquéllos contrarios a ella. 

     2. Familiaridad 
    En este segundo nivel, la religión se hace familiar, se acerca a nuestra vida cotidiana. Somos católicos practicantes. La fe se vive como parte de la identidad personal y familiar.  Mis padres van a Misa y es importante para ellos que vaya. Hago la primera Comunión, la Confirmación... Incluso tenemos amigos cristianos, que a veces vienen a casa. Yo me divierto cuando vienen María y Fernando, porque juegan conmigo y ellos también están en 5º de primaria...
   En este nivel la fe ocupa un espacio, pero hay espacios en los que no está: en las decisiones, en los valores que transmito a mis hijos, en multitud de situaciones (suyas, mías o nuestras), en algunas cosas en las cuales no hago lo que la Iglesia enseña, en mis actitudes y valoraciones sobre los demás, en el trato con mi cónyuge, en el día a día...

     3. Testimonio 
  En este tercer nivel se produce un salto cualitativo que viene dado por dos factores: 
A) Coherencia de vida (la fe está en todos los aspectos de la vida personal y familiar). 
B) La conciencia de que también nuestros hijos necesitan que seamos testimonio para ellos (hacemos realmente partícipes a los hijos de nuestra fe). 
   Es necesario llegar a este nivel para que se produzca una verdadera transmisión de la fe.  

    4. Vivencia 
  Es el momento en que el hijo/a debe experimentar por sí mismo que Dios existe, de modo que pueda tener su propia experiencia de Dios.  
    El conocimiento de la realidad de fe (niveles 1 y 2) junto con el descubrimiento de una verdad revelada en el testimonio (nivel 3), le harán estar abierto a esta experiencia. Recordemos que Dios es Alguien, no algo a lo que podamos acceder mediante un proceso o mediante técnicas.  Por tanto, esta experiencia de Dios es un don.  
   Si los padres han cubierto los tres primeros niveles, habrán puesto los mejores cimientos para que la vivencia de fe sea posible. Tan sólo les quedará una responsabilidad en el proceso de transmisión de la fe: facilitar que esta vivencia sea posible.  
   Los niños, al igual que crecen física y psicológicamente, van creciendo en su capacidad de Dios y pueden tener experiencia de Dios desde que son pequeños. Y estas experiencias irán sumándose y conformando una seguridad. La experiencia de Dios, la experiencia transformante y definitiva.... ¡llegará! 

   Los 4 niveles son trabajados (o no) desde el comienzo de la vida de nuestro hijo... e incluso cuando ya es adulto. No son necesariamente etapas consecutivas. En esta última fase, la responsabilidad paternal se reduce a mínimos, pues se trata de una elección personal del propio hijo, que no depende de los padres (aunque éstos puedan seguir siendo elementos facilitadores o creadores de tensión). 

Martiño Rodríguez-González
Javier y Montse, Comunidade Caná 


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