Apóstoles Picapiedra
Dios es de la Familia Picapiedra
Los Picapiedra siempre me han gustado... Tengo dos amigos que son igual que ellos, aunque nunca había pensado en esta metáfora espiritual. Y, en realidad, detrás de cada historia de “héroes” siempre está el Evangelio.
Pedro y Pablo: Apóstoles Picapiedra
El Gigante de Piedra es una ultra maratón de bicicleta de montaña de 200 km con 12 puertos. La vida está llena de dificultades y de piedras en el camino... ¡Que se lo digan a Pedro y Pablo, cuya festividad celebramos el pasado 29 de junio! Los dos fueron encadenados y apaleados en numerosas ocasiones. Antes de convertirse a Dios, los dos fueron duros de roer; sólo después de su conversión pasaron a ser unos “picapiedras” por la gracia de Dios.
El verdadero fundamento: la debilidad
“Tú eres Pedro (Kefas o Cefas en arameo), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…” (Mt 16, 18). Siempre he pensado en Pedro como alguien firme, con liderazgo; por eso Jesús lo escoge como fundamento. Esta idea me ha desviado del foco: Pedro fue un mentecato (mente captus en latín), no fue más que eso: un peso constante, una piedra de tropiezo constante. Jesús tuvo que decirle unas palabras muy duras: Apártate de mí, Satanás, porque no piensas como Dios sino como los hombres (Mt 16, 23). Finalmente, Pedro va a negar tres veces a Jesús y va a dejarle solo.
Pedro negó a Jesús tres veces, lo abandonó en su momento más difícil y, sin embargo, fue él quien recibió la misión de ser piedra fundamental. No por su “valentía” y “fuerza” -sino a pesar de esto- que Dios le hace una nueva roca. Queda claro que es la gracia de Dios, y no la fuerza humana, la que sostiene la Iglesia.
Pablo tuvo que ser derribado tumbativamente y siempre reconoció su fragilidad: “Por eso me complazco en mis debilidades... porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2Cor 12, 10).
Dios no le quitó la espina ni la piedra en el zapato, para que quedara patente que la fuerza viene de Él; eso sí, le calzó con las botas de siete leguas dentro de su corazón para recorrer innumerables caminos por Cristo.
La gracia es la protagonista
Pedro y Pablo no fueron gigantes de piedra por sus méritos, sino porque Dios, en su sabiduría, escoge lo débil para manifestar Su Poder. Todos tenemos un corazón de piedra que necesita ser modelado por el agua viva del Espíritu. Como decía Santa Teresa en las Moradas, en nuestras fachadas de piedra solo corren sabandijas, pero es el Espíritu quien, poco a poco, va horadando y transformando nuestro interior.
Pedro y Pablo, a partir de su experiencia, se van a convertir en picapedreros de Dios: un trabajo duro y sacrificado, de mucha paciencia y a veces sin resultados visibles. Si alguna vez podéis hacerlo, parad en Alcolea del Pinar. Allí hay una casa que un hombre excavó en una roca durante 40 años. Lo hizo en sus ratos libres, después de volver de campo... Al hombre se le dio el mérito al trabajo. Yo creo que a “locos del trabajo” en la construcción, sólo le superan Justo Pastor con su catedral y Gaudí con su Sagrada Familia.
Quiero mucho al Papa (significa padre y pastor) León, pero huyo de toda “papolatría”. Sé que es Dios el que va a trabajar en el corazón del nuevo Papa. Me gusta decir ¡Viva el Papa! cuando voy a Roma; pero echo en falta que cuando sale el Papa, se diga también: ¡Viva Dios Padre, Viva Jesús, Viva el Espíritu Santo!
Dios no espera que seamos perfectos, sino disponibles para la misión... (Homilía de Benedicto XVI 15 de agosto de 2008). Dios respeta nuestra libertad, va poco a poco dejando que nuestra piedra se exponga a ser modelada. Es un proceso lento, silencioso y humilde, pero al mismo tiempo nos puede regalar grandes dones y carismas para sanar e interceder (¡Ojo! sólo a los Apóstoles para expulsar espíritus inmundos Mt10, 1). A pesar de ser piedras de tropiezo, su gracia puede hacer maravillas en nosotros. ¡Dejemos que el agua del Espíritu modele nuestro corazón y familia sobre la roca firme del Amor de Dios!
Si vas a la playa puedes hacer un corazón de arena y que las olas del mar, que son el amor de Dios, lo vayan diluyendo... como símbolo de que necesitamos un corazón derretido por Dios.
DINÁMICA familiar: “Construyendo sobre la Roca”
Materiales:
Piedras pequeñas (una por miembro de la familia)
Rotuladores o marcadores
Un recipiente con agua
Instrucciones:
Cada miembro toma una piedra y escribe en ella una dificultad, debilidad o “peso” personal.
Comparten en voz alta (si lo desean) lo que han escrito, reconociendo que todos tenemos piedras en el camino.
Colocan las piedras en el recipiente con agua, simbolizando cómo el Espíritu de Dios va suavizando y transformando nuestros corazones de piedra.
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