« El ángel lo tocó y le dijo: Levántate y come, pues te queda todavía un camino muy largo » (1Re 19, 7) 

Dios viene en ayuda del hombre y de la mujer que se siente pobre, que está angustiado. Elías se encuentra en una situación límite: perseguido, cansado, desea terminar de una vez para siempre y morir. Entonces Dios lo visita. Como a ti que, igual que Elías, te has puesto en camino... 

¡LEVÁNTATE! Deja tu actitud pasiva, de querer morir, de no esperar nada, de rendirte ante los enemigos, de tirar la toalla, de estar encerrado en tus problemas, sin esperanza, pensando que ya no puedes más. Levántate, porque Yo soy el Señor y tengo otros planes para ti.

¡COME! No puedes caminar, no puedes hacer nada, sin Mí. Si no te alimentas de Mí, no tendrás fuerza para el combate de la fe. Si no comes mi carne y bebes mi sangre, no podrás avanzar. Si no te alimentas de mi Palabra, no podrás triunfar ante tus enemigos que son más fuertes que tú.

Hombre, mujer, ¿de qué te alimentas? Ven y te daré a comer algo sustancioso. “Oíd todos los sedientos, venid y comed y bebed de balde”  (Isaías  55, 1).

El Señor acude en ayuda de aquel que se pone en camino. Acude en nuestra ayuda, porque nos conoce y sabe que, cuando estamos debilitados, hacemos el camino contrario, en vez de acudir al que nos puede fortalecer, huimos, nos encerramos en nosotros mismos, nos quedamos paralizados... El Señor te espera para reparar tus fuerzas en el camino.