Comunidade Caná

Comunidad Católica de Alianza integrada por familias en el seno de la Renovación Carismática

El poder profético de la música cristiana

By 18:04

 
¿Será mucho decir que un músico o cantor cristiano ha de ser un profeta? Creo que a buena parte de los hermanos y hermanas que he conocido sirviendo a la Iglesia a través de la música y el canto -quizás a buena parte de los que estáis leyendo esto ahora- os parezca exagerado decir que un cantor o un músico cristiano han de ser profetas de Dios.

Si lo vemos desde una perspectiva bíblica, a la luz de la Palabra, podemos contemplar cómo el Señor actúa a través de la música y la usa como un medio poderoso para producir aquellas obras que Él desea. La música puede ser profecía. Yo diría más: la música, hoy... ¡debe ser profecía! Estoy convencido de que Dios quiere llevar el servicio de la música y el canto allí donde Él pueda hacer, con este ministerio, obras poderosas en el Espíritu. Obras que nosotros no podemos realizar por nuestras propias fuerzas, ni con muchos estudios ni con la máxima capacitación. ¡Solo Dios puede hacer estas obras! Porque Dios no ha creado la música simplemente para entretener a la gente, sino con un propósito mucho más transcendente.

Veo buenas interpretaciones vocales e instrumentales por parte de coros, salmistas, cantantes y músicos cristianos. Es posible que, en muchos de ellos, únicamente haya una intención "estética". No está mal para empezar... La pregunta es: ¿Hay frutos espirituales?

Veo buenas interpretaciones vocales e instrumentales por parte de coros, salmistas, cantantes y músicos cristianos. Es posible que, en muchos de ellos, únicamente haya una intención "estética". No está mal para empezar... La pregunta es: ¿Hay frutos espirituales? ¿Es una música que edifica, que construye el Cuerpo de Cristo? Lo que sí constato -a menudo y con pena- es el florecimiento de eso que Pablo llama “frutos de la carne”. En Gál 5, 20 se enumeran algunos de ellos: «Enemistades, discordia, envidia, cólera, ambiciones, divisiones, disensiones, rivalidades y cosas por el estilo». Esto florece con frecuencia en medio de nuestra música cristiana.

Hemos de mantenernos atentos y sensibles para no estropear la acción de Dios a través de Su música

La música es profética cuando es portadora de la Palabra, cuando comunica de parte de Dios sobre lo que Él desea para su Iglesia. En 2Re 3, 15-16 se cuenta cómo el profeta Eliseo, antes de profetizar, dice: «Traedme ahora un músico. Mientras el músico tañía, la mano del Señor vino sobre Eliseo, que profetizó». Vemos aquí cómo la música es un elemento que libera la Palabra de Dios y, por otro lado, abre el corazón de quien escucha esa Palabra. Por lo tanto, hemos de ser cada vez más receptivos a este poder que hay en la música cuando es ungida por el Espíritu Santo. Hemos de mantenernos atentos y sensibles a esto para no estropear la acción de Dios a través de Su música.

En Dt 31, 19 dice el Señor a Moisés: «Y ahora, escribid este cántico, enseñádselo a los hijos de Israel, haced que lo reciten, para que este cántico sea mi testigo contra los hijos de Israel». En el versículo 22, añade: «Aquel día Moisés escribió este cántico y lo enseñó a los hijos de Israel». O sea, que Dios dictó el canto y Moisés enseñó el canto que Dios le había dictado. ¡Dios sigue actuando así! Dios sigue utilizando la música para hablarle al corazón a su pueblo. Y Dios sigue teniendo músicos fieles, que utiliza como profetas para hablar a su pueblo; igual que utilizó a Moisés, como utilizó a Eliseo… Una música poderosa, llena del Espíritu Santo, que proclama la Palabra de Dios, que establece la verdad.

Busquemos estar, con nuestra música, en la Presencia del Dios Todopoderoso. ¡Es responsabilidad nuestra! Para ello, ha de ser nuestra prioridad acercarnos más a Él, estar delante de Él mucho tiempo... Como David, un modelo para el músico cristiano, un hombre que conocía el corazón de Dios, nosotros también hemos de desarrollar esta profunda relación con Él, hemos de dejar que el Espíritu Santo nos hable. Dios nos ha creado para que tengamos comunión con Él. Por eso, los dones que Él nos ha dado (la música y el canto) tienen una sola finalidad: su gloria. ¡La gloria de Dios! Solo si nuestro servicio está realmente consagrado al Señor -y para eso nosotros tenemos que estar consagrados al Señor-, solo así, seremos instrumentos de bendición. Y el Señor nos ha colocado en un lugar importante: podemos construir o destruir. Dice Sof 3, 17: «El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador, se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo». ¡Aceptemos este reto! Comprometámonos a utilizar nuestros dones -que son suyos-, nuestra música -que, en realidad, es suya-, al servicio del Evangelio. Y así, llegará la libertad a los oprimidos, la vista a los ciegos, la vida a los muertos.

Javier de Montse - Comunidade Caná

Escucha AQUÍ el tema completo

0 comentarios