Comunidade Caná

Comunidad Católica de Alianza integrada por familias en el seno de la Renovación Carismática

Semana por la UNIDAD

By 23:00 ,

Reconciliación
El amor de Cristo nos apremia
(cf. 2 Co 5, 14-20)


   Esta SEMANA de ORACIÓN por la UNIDAD de los CRISTIANOS se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero, entre las festividades de la confesión de San Pedro y la de la conversión de San Pablo.
   Este año, en el contexto del aniversario de la Reforma, el Consejo de las Iglesias de Alemania (ACK) asumió la tarea de elaborar los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de 2017. Enseguida se vio con claridad que los materiales para esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos tendrían que poner dos énfasis: por un lado, debería haber una celebración de la gracia y el amor de Dios, la «justificación de la humanidad a través de la sola gracia», reflejando la preocupación principal de las Iglesias marcadas por la Reforma de Martín Lutero. Por otro lado, también se debería reconocer el dolor por las profundas divisiones subsiguientes que afligieron a la Iglesia, hablar claramente de culpa y ofrecer una oportunidad para dar pasos hacia la reconciliación.
  Finalmente, fue la Exhortación Apostólica del papa Francisco Evangelii Gaudium («La alegría del Evangelio») la que aportó el tema de este año, al utilizar la cita: «El amor de Cristo nos apremia» (número 9).

Los ocho días y la celebración ecuménica
   El texto 2 Co 5,14-20 da forma a las reflexiones de los ocho días, que desarrollan algunas de las enseñanzas de los diferentes versículos:
Día 1: Uno murió por todos
Día 2: Ya no vivan más para sí mismos
Día 3: A nadie valoramos con criterios humanos
Día 4: Lo viejo ha pasado
Día 5: Una nueva realidad está presente 
Día 6: Dios nos ha reconciliado con él
Día 7: El ministerio de la reconciliación
Día 8: Reconciliados con Dios

    En la celebración ecuménica, el hecho de que Dios ha reconciliado consigo el mundo es motivo para celebrar. Pero esto también tiene que incluir nuestra confesión de pecado antes de escuchar la proclamación de la Palabra y beber del profundo pozo de la misericordia de Dios. Solo entonces podremos dar testimonio ante el mundo de que la reconciliación es posible.



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